Ice cream [Yoonmin]

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Observó su reflejo a través del cristal de “Cherry's” sus labios brillaban rojos por el gloss, sus mejillas tenían brillitos junto a un sticker de fresita, su crop top blanco dejaba ver parte de su abdomen y su short de mezclilla se ajustaba tan bien. 

Dio un pequeño giro para ver la palabra “happy” bordada en una de las bolsas traseras. 

Hoy se sentía más bonito de lo normal.  

Entró feliz al lugar como era costumbre, sintió su piel ponerse de gallina al ser observado por Yoongi, lo sabía, sabía muy bien que a él le gustaba verlo de esa manera. 

Inocentemente acomodó un mechón rebelde de su rubio cabello, su pendiente tintineó contra sus anillos. 

-Hola, Gigi -y por supuesto que le regaló una de su bonitas sonrisas. 

Escuchó como el mayor aclaraba su garganta. 

-Hola, ¿Qué te puedo ofrecer hoy, Diminie?

Un besito, pensó. 

-Un helado de chocolate con malvaviscos. 

Su mirada se mantenía atenta a los lentos movimientos del pelinegro cuando una idea cruzó por su mente. 

Con cuidado se subió a uno de los bancos frente a la barra donde se encontraban los helados, se inclinó sobre la barra, sabía que él observaba lo que hacía. 

-Gigi, ¿Este es un nuevo sabor? -se inclinó un poco más hacía el helado más lejano, volteo para observar al mayor viendo su trasero y parte de sus piernas descubiertas -¿Gigi? -si su mami o su primo lo vieran le dirían que era un niño malo y travieso. 
Y él desvió la mirada para terminar de poner el jarabe en su helado. 

Evaluó la posición en la que se encontraba, ahora no podía bajar del banco sin que de seguro llevará un golpe. Infló sus mejillas con enojo, eso le pasaba por ser un niño malo. 

-Hm -el mayor aún se encontraba frente a él -no puedo bajar. 

-Te ayudó -tan pronto como Yoongi dijo aquello ya se encontraba cruzando la puertecita que dividía la barra con el resto del lugar. -Sostén tu helado. 

-Si. 

Sintió como las frías manos tomaban su pequeña cintura, cuando sus pies tocaron el piso, esas manos seguían sosteniendo de él. 

-Gra… gracias Gigi -sentía sus mejillas arder. 

Para su desilusión esas frías manos se alejaron de su cálida piel. 

-Ten cuidado la próxima vez, ¿si? -su cabello fue desordenado. 

-Si, me tengo que ir. Adiós, Gigi. 

Casi salió corriendo de la heladeria, su corazón latia rápidamente. 

Llevó su gordita mano a su caliente mejilla, definitivamente su primo Taetae le diría que era un niño travieso.