Ice cream [Yoonmin]

🍒03🍒

Siente como su horrible día mejora considerablemente cuando ve a través de los cristales acercarse al dueño de sus sueños, sueños bonitos donde se toman de las manos y de esos donde todo sube de tono. 

Y es que ese niño lo vuelve loco y estupido a partes iguales. 

Se queda embobado observando como sus rosados labios brillan con ese gloss que suele usar, una playera roja ajustada a su cuerpo, un short que tiene cerezas en las bolsas son la combinación perfecta junto a sus tenis con rueditas, se ve adorablemente sexy. 

-¡Yoon, Yoongi!

Despierta de su ensoñación cuando su abuelo truena los dedos frente a su rostro, se siente sonrojar. 

-El pequeño Park te decía que helado quería para hoy. 

-Si, y no me hacías caso, Gigi -el rubio infla sus mejillas.

-Lo siento -lleva su mano diestra para rascar con nerviosismo su nuca -¿Qué halado quieres, Diminie?

Se pierde de nuevo en cómo los pequeños dedos con anillos y esmalte rosa de brillitos acarician los abultados labios rosas. 

-Cereza con jarabe de chocolate. 

Asiente para comenzar a preparar el helado. Su abuelo se retira diciendo que tiene que limpiar las mesas de afuera, sin embargo lo ve cruzar la calle y entrar a su auto. 

Jimin le hace preguntas cotidianas que responde cortamente, y él hace las mismas preguntas. 

El helado está terminado, listo para ser entregado. 

-Listo, Diminie -le extiende el cono. 

La cabecita rubia niega. 

-Espera -una sonrisa adorna su rostro al ver como esas pequeñas manitas se pelean con el cierre del monederito de conejito -espera, solo un poco más -hasta su lenguita sale al hacer el esfuerzo. 

Yoongi lleva su mano a las más pequeñas para detener al rubio. 

-No te preocupes -tomá su manita izquierda y pone el helado en ella -va por cuenta de la casa. 

-No, yo no…

-Eres nuestro mejor cliente, acepta, Diminie. 

-Está bien. 

Sus manos se alejan de las más pequeñas, suaves y cuidadas manitas que ha visto y tocado. 

Puede observar la preciosa sonrisa de paleta chuequita de nuevo. 

-Gracias. 

Su voz es tan dulce que cree que puede escucharla toda su vida. 

Jimin patina hacia atrás, su aliento se detiene cuando el chico levanta un poco su brazo para decir “adiós”, ahí es cuando su playera roja se levanta dejando a la vista ese abdomen plano, un perfecto ombligo donde desearía pasar su lengua y una pequeña cintura que desearía tomar con sus manos. 

Quien sabe tal vez el pequeño chico sepa a cerezas o fresas. 

Maldición, de nueva cuenta hace demasiado calor en el lugar.