7;; 𝘋𝘢𝘮𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘮𝘢𝘯𝘰... ' '

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Horacio volvió a tomar su móvil en el instante en que lo sintió vibrar; después de todo, esperaba un mensaje de su querido ruso. Al ver lo que le había respondido, se mantuvo en silencio unos momentos.

— ¿Qué pasa? ¿Te ha respondido? — Escuchó al rubio decir mientras se volteaba hacia él.

— … Sí.

— ¿Y qué te ha dicho?

— Quiere verte… Quiere verte a ti. — Gustabo sonrió al escuchar eso, casi sin notar que a su compañero no le entusiasmaba la idea. Al darse cuenta, se lo recriminó.

— Pero, Ho- Dan, ¿Tú eres tonto?

— Ya, ya sé, pueden ser temas de trabajo o-

— Si me llama a mí que no tengo puta idea de su nombre, es porque quiere hablarme de ti.

Horacio hablaba con la cabeza gacha, pero al oír esto la alzó con una expresión de leve esperanza – que su compañero tuvo que adivinar – y unos ojos soñadores, como un niño esperanzado.

— … ¿Tú crees?

— ¡Hombre! ¡Claro! — Hizo una pausa, procediendo a hacerse el difícil. — Pero no sé yo eh… Eso te ayudaría en la apuesta y claro, perdería…

— ¡Pero! ¡No seas así, Gustabo! — Se acercó a su oído. — Que yo te puedo ayudar con Conway.

— ¿Qué sentido tiene la apuesta si nos vamos a ayudar?

— ¿No ves que es mutuo? Avanzamos lo mismo, así que es como si se anulara.

— ¿Entonces qué sentido tiene hacerlo?

— Pues… ¡Que no estemos estancados, coño! La idea es que uno gane la apuesta, no que ambos la perdamos.

Gustabo ni siquiera lo pensó. — Me parece correcto. Así que dile algo lindo de mí al viejo. No sé, que me gusta comer flores, cosas que a los ancianos les gusten.

Horacio soltó una risita, interrumpida nuevamente por el sonido de su móvil. Al verlo, se dió cuenta de dos cosas; primero, había dejado en visto a Volkov; segundo, este ya le había enviado ubicación.

— ¡No lo hagas esperar! Te enviaré ubi por Whats, ve. — Dijo mientras lo hacía, reteniendo las ganas de seguirlo y espiar su conversación.

Gustabo, con una sonrisa ladeada en el rostro al darse cuenta de que no trabajaría, se retiró de la comisaría subiendo al auto en el que habían llegado. Al recibir el mensaje de su hermano, marcó la ubicación y arrancó el coche.

.  .  .

¿Te han quedado claros tus derechos?

Preguntó el superintendente con monotonía, sin siquiera mirar por el espejo retrovisor al detenido, quien, con una expresión de notoria indignación, se mantuvo callado.

Mas, sí usó dicho espejo para mirar uno de los zetas de atrás; venía siguiéndole un rato, casi tímidamente en la distancia prudente que mantenía. No alcanzaba a ver quién era, pero su primer pensamiento fue Volkov.

Al llegar a comisaría, estacionó el coche y registró al sujeto, guiándolo después al interior de comisaría dispuesto a procesarlo. Sacó la PDA y redactó la multa, atento a quien sea que entrara en esa sala.

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⏰ Última actualización: Dec 10, 2020 ⏰

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@𝐓𝐡𝐚𝐭'𝐬 𝐋𝐢𝐟𝐞 ★'› [FanFic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora