| C A T O R C E |

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Narra Scarlett:

Tres horas mas tarde estamos paseando casualmente por un parque local.

—No puedo creer que un pueblo tan pequeño tenga tanto tesoros escondidos — digo sorprendida.

—Es sorprendente, ¿verdad? — dice sonriendo — siempre me ha gustado este lugar.

—Puedo ver por qué — sonreí — es tan pacifico estar lejos de todos los sonidos de la ciudad, de hecho, se puede escuchar el canto de los pájaros sin el ruido del trafico en el fondo — esa sensación me transmite mucha calma.

—Definitivamente es algo que extraño cuando trabajo en la ciudad — admite, y como no hacerlo — ¿Cuánto tiempo has vivido aquí? — cuestiono interesada.

—La mayor parte de mi vida — confiesa — mi madre y yo nos mudamos aquí desde California cuando tenia unos cinco años... la cabaña en donde nos estamos quedando fue nuestra primera y única casa aquí — sonríe melancólico.

Justo cuando abro la boca para preguntarle que le paso a su madre, Chris señala un edificio cercano.

—Uno de mis amigos es el dueño de ese bar — asiento mirando el lugar — ¿Quieres ir a comer algo? — cuestiona con una gran sonrisa.

—Ir a come suena bien — le sonríe de vuelta.

Cuando nos acercamos noto el letrero con el nombre del lugar.

—¿La Vaca Borracha? — cuestiono con sorpresa.

—No preguntes — dice soltando una risita.

Sonrió mientras me abre la puerta. Lo primero que noto al entrar es que ve bastante vació, a excepción de otra pareja sentada en el bar.

A las paredes les vendría bien un poco de pintura y los taburetes se ven algo tambaleante, pero por lo demás es un lugar agradable.

—Es acogedor — sonreí.

—Es el mejor bar dentro de un radio de cien kilómetros.

En cuanto dice eso, un hombre grande e impotente se acerca a nosotros con una gran sonrisa en su rostro y le da una palmada en la espalda a Chris.

—No escuches a este tipo — dice con una sonrisa divertida — es el mejor bar en todo el maldito estado, te lo aseguro — Chris se ríe de él.

—Solo estas exagerando — Chris rueda los ojos con burla.

—¡No! — protesta riendo — ¿Qué otro bar te ofrece tragos de bienvenida gratis en cuanto entras? — cuestiona fingiendo sorpresa.

Nos sirve cerveza de barril, la desliza a lo largo de la barra y me guiña un ojo.

—Es cortesía de la casa, cariño — creo que esta coqueteando conmigo, en verdad es muy guapo, casi tanto como Chris — y puedo seguir sirviéndote todo el tiempo que quieras.

—Podemos pagar nuestras propias bebidas, Sebastián — dice Chris con expresión seria en el rostro. Con que así se llama, el cantinero sacude la cabeza.

—Tonterías — dice negando — mi mejor amigo no va a pagar nada aquí — le sonríe de lado, mejores amigos, genial, ya tengo a un chico guapo que presentarle a Elizabeth — y tampoco lo va hacer tu acompañante — Chris suspira y le da un sorbo a su cerveza.

—No sé como mantienes el negocio a flote — dice Chris mientras ríe — haces lo mismo con la mitad de los clientes — Sebastián se encoge de hombros.

—Los clientes habituales son leales, nunca me dejaran ir a la quiebra — dice sonriendo — además, las mujeres prácticamente hacen fila cuando me ven encargándome del lugar — se flexiona y Chris se ríe de él — hablando de mujeres... — toma mi mano y me da un beso en los nudillos, Chris inmediatamente se tensa a mi lado — hola, preciosa, mi nombre es Sebastián Stan — me sonríe coquetamente.

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