| Q U I N C E |

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Narra Scarlett:

Sebastian sonríe adivinando mis intensiones y va a atender a sus otros clientes. Camino a la puerta y me asomo con cautela.

—¿Chris? — lo nombro en tono preocupado.

Lo veo sentado en un banco, no se mueve, pero sé que me ha escuchado. Me acerco a el y me siento cuidadosamente a su lado.

—¿Estas bien? — cuestiono.

Después de unos minutos en silencio, finalmente me responde.

—Supongo que solo necesitaba algo de aire fresco — su voz se escucha calmada.

—No tenemos que hablar de ello si no quieres — sonreí comprensivamente.

—No es eso — niega — realmente no me he permitido pensar en ella por mucho tiempo — dice nostálgico.

—Una antigua novia, ¿eh? — me siento mal por el — ¿te lastimo?

—Algo así — responde, espero pacientemente, sin querer presionarlo para que hable. No tengo que esperar mucho — supongo que debería comenzar desde el principio — me mira sonriendo — cuando estuvimos en Afganistán perdimos mucha gente buena, nuestras filas estaban mermadas y básicamente estábamos aislados de todos en casa — dejo de mirarme, ahora solo esta viendo al frente perdido en sus pensamientos — el barco era pequeño y nuestra tripulación era aun más pequeña, nos habían dividido en dos grupos y repartido por todo el océano para extender nuestro perímetro.

—¿Cuántas personas había en tu barco? — cuestione.

—Éramos quince, todos hombres — respondió de inmediato — no permitían que las mujeres fueran infantes de marina en ese entonces — explica.

—¿Quince hombres? — cuestiono con sorpresa — eso no parece tan malo.

—Créeme... cuando estas en un barco las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, es malo, imagínate vivir en espacios reducidos con otras catorce personas — hago una mueca — comíamos siempre juntos, jugábamos a las cartas por horas juntos... y realmente no había mucha privacidad, a veces nos volvíamos locos de aburrimiento — suspira.

—Y, ¿Cómo la conociste? — cuestiono curiosa por la mujer que hace que Chris necesite tomar aire fresco cuando la recuerdan.

—Era una chica que conocimos en un pub local — comienza a relatar — ocasionalmente teníamos algunos días libres, dependiendo de nuestro turno, así que aprovechábamos cada oportunidad para hacer algo diferente — asiento — algunos nos emborrachábamos y Sebas sugirió que jugáramos un juego estúpido con algunas chicas locales — note como su expresión cambio a una llena de nostalgia nuevamente — ni siquiera puedo recordar que juego, ¿Verdad o reto, tal vez? — sacude la cabeza y suspira — Megan y yo fuimos retados a besarnos, por infantil que parezca — sonríe de lado — recuerdo haber volteado a decirle que no teníamos que hacerlo, pero ella me abrazo y me beso antes de que pudiera decirle nada, nos seguimos viendo después de eso — se encoge de hombros — yo no salía del barco muy a menudo, pero ella me escribía cartas... planeamos formar una familia en los Estados Unidos una vez que terminara mi servicio, incluso le compre un anillo — sonríe — en ese entonces creía que estaba listo para eso, ahora veo que solo era un chico estúpido de veintitrés años — dejo de sonreír — el día que decidí proponerle matrimonio, la encontré en la cama con otro, en lugar de darme una explicación, me dijo que me fuera y nunca volviera.

Se me rompió el corazón al verlo tan triste.

—¿Por qué hizo algo así? — sabia que mi pregunta no tenia respuesta alguna — ¿no te amaba? — cuestione triste.

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