Melodías a nuestro nombre

Capítulo 8

Los pies le dolían y no era para menos después de subir y bajar escaleras más de 5 veces en busca de los pedidos de una fila incontrolable de clientes desesperados, incluso escuchaba de repente las maldiciones e insultos que le lanzaban al pasar por todo el pasillo hasta recorrer el área de entregas, tenía hambre y estaba exhausto pero para su desgracia Hiruzen estaba merodeando por los pasillos viendo que los empleados cumplieran con su deber, no quería provocar un descontento en su anciana expresión y terminara perdiendo el empleo. 

Y es que la cabeza la tenía hecha un revoltijo de pensamientos enredados, desde su efímero encuentro con Shisui no había parado de preguntarse si realmente la noticia lo habría alegrado o solo le activó un motor para alejarse más de él, quería creer que los obsequios a Hiro eran una prueba irrefutable de que pensaba asumir su papel como padre y no dejar desamparado a su pequeño, que existía una pequeña posibilidad de que su niño en cuanto pudiera hablar podría llamarle con total libertad "papá" sin generar una expresión disgustada en el rostro del pelinegro. 

¿Y te ha dicho algo sobre que quiera repartir los días para verlo en la semana? fue la pregunta de sus amigos en cuanto les puso al tanto de lo que había pasado, sacando más de un murmullo ofensivo del blondo hacía la ojiverde por haberlo delatado. 

Francamente no había valorado esa probabilidad y es que no era que jamás sucedería en dado caso de que Shisui quisiera hacerse cargo de Hiro, pero la situación no es como si le disgustara, en absoluto, estaba inclusive ilusionado de que su hijo pase tiempo junto a su padre, al menos todo el que estuvieron separados por su cobardía e indecisión, el sentimiento de culpa no menguaba ni pasados los días en que ocurrieron todos estos altercados y su angustiante desenlace, no dejaba de repetirse que había sido muy egoísta de su parte guardarse por años la noticia de su Hiro, estaba hasta predispuesto a que Shisui le reclamará con todo el derecho del mundo haberle ocultado algo así, pero cuál fue su sorpresa cuando su reacción fue de todas menos de disgusto, al contrario, se había mostrado tan calmado sin rozar lo "desinteresado" porque aunque el otro no lo dijera explícitamente, Itachi quiso convencerse de que vio un brillo alegre pintado en los ojos carmesí cuando enfocaron la pequeña figura de su hijo, ese tipo de miradas que solo se ve de un amor fraternal y cálido. 

Remueve la cabeza, enfocando nuevamente al cliente que le miraba con el ceño fruncido esperando por su pedido, teniendo que pedir una disculpa por su distracción y continuando con la labor de atender, si continuaba perdido en sus pensamientos se metería en problemas.

- Día malo ¿no es así? - levanta la vista ante la voz grave que le llama, abriendo los ojos como platos en cuanto sus orbes oscuros se encuentran con los violetas - 

- Natsuno... - susurra entreabriendo un poco los labios ante la impresión de ver al pelimorado con esa sonrisa cínica que recordaba de hace algunos años - 

- Itachi, tiempo sin verte - 

- ¿Qué haces aquí? - regresa la vista a la lista postrada en el escritorio, no queriendo entrar en conversación con ese desagradable sujeto - 

- Creía reconocerte y quise venir a saludarte ¿tiene algo de malo eso? - 

Su cinismo era despreciable, pero el que tuviera la desfachatez de interrumpirlo en horas de trabajo era el colmo, no lo iba a permitir. 

- Ahora estoy trabajando, si no te molesta me gustaría continuar con eso, gracias - le corta haciendo una seña para que el siguiente cliente se aproxime a cajas - 

Coge el papel que le entrega el cliente y camina nuevamente a la sección de pedidos, siendo seguido por Natsuno 

- ¿Y no puedes tomarte unos minutos para hablar conmigo? - su sola presencia tan cercana a lado suyo le irritaba, pasando de largo que lo interceptó en los pasillos para tomar el pedido -