Mmm ¿belleza?

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Dicen que los ojos son las puertas del alma y sin duda es lo mejor del físico humano. Si los ojos son tan hermosos ¿por qué siempre los escondemos? El hecho de que no todos tengamos el estereotipo privilegiado de ojos claros no significa que no iluminen a quién miramos. Unas de las mayores ironías de nuestra especie es que las personas de mente simple son incapaces de ver belleza en las cosas simples, y se empeñan en adornarlas con complementos, maquillaje, cirugía y, a mi entender el peor de todos, lentes de contacto. Pero me enseñaron desde pequeña que la belleza que importa no tiene que ver con lo físico, es la que somos capaces de ver dentro de nosotros mismos y no necesita la aprobación de nadie más.


A mí me encantaban sus ojos, siempre se lo decía, eran de un castaño oscuro como el café, aunque lo de menos es como se veían, sino como me hacían sentir. A él no le gustaban, nunca lo comprendió, generalmente llevaba gafas. Si supiera como resplandecían los míos cada vez que los miraba, la seguridad que transmitían me hacía nunca querer alejarme de ellos. ¿Qué si eran hermosos?, eran lo más lindo había visto en mi vida. Tan cálidos y brillantes que resultaban cegadores, a veces creía que me tragaban y me entregaba con gusto a sus miradas, como si abrazara el paraíso con el iris. Me gustaba empaparme en ellos, pero odiaba verlos gotear, parecía que la felicidad se les drenara, si me lo hubiera permitido la tuviera almacenada en un frasquito. Cuando dormía, e incluso si pestañaba, tenía miedo de no volverlos a ver y me quedaba pegada a ellos hasta que sus pupilas desaparecían. Probablemente si le hubiera contado que estaba perdiendo la vista lo hubiera entendido; vi las estrellas desvanecerse y las amo de una forma inexpresable, por eso, mientras pudiera verme reflejada en sus ojos, aseguraba que había esperanza. Pero se fue, y se llevó la única belleza que me importaba.

Memorias perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora