Parte 4

875 90 0
                                    

Rubén todavía no notaba la presencia del pelinegro que le comía con la mirada. Estaba demasiado concentrado en tratar de quitarse la cuerda y huir como para hacerlo. Al sentir unas frías manos posarse en sus caderas, todo su cuerpo de tensó y sus movimientos cesaron de golpe. El mayor desató los nudos y le ayudó a incorporarse, sentándose frente a él.
Rubius analizó el rostro de Vegetta. Notó las enormes ojeras bajo sus ojos, la tensión que tenían sus músculos y lo delgado que estaba, sin perder su sensual cuerpo fornido. Sus manos tenían más rasguños de lo normal y sus ojos brillaban de manera extraña, dándole un toque seductor.

- Gracias, Veg... -Le miró algo apenado y sintió sus mejillas sonrojarse al verle sonreír.

- No es nada, chiqui. – El chico miró la habitación y suspiró. – Nos han encerrado, no encontré forma de salir, pero la alacena está llena.

- Ósea... ¿Esto fue planeado?

- Probablemente, a menos que Mangel estuviera viviendo aquí

- ¿Mangel? –El ceño fruncido del peliblanco le hizo caer en cuenta de lo que sucedía.

- Me contaron que Mangel estaba desaparecido y que le buscaríamos. –Vegetta se cruzó de brazos y Rubius arqueó una ceja.

- Pero si Mangel fue quién me trajo hasta aquí, me dijo que había encontrado una planta de menta que me serviría en los postres. –El gruñido de su compañero le provocó un escalofrío que recorrió su cuerpo, dejando una extraña sensación en su vientre.

- Menudos tontitos. – El híbrido mordió su labio mirando a otro lado y el pelinegro tuvo que concentrarse en no saltar sobre él.

Un silencio se instaló entre ellos. Cada unoimaginando diversas situaciones que podrían pasar si no se contenían a símismos. Samuel observó la habitación, tratando de concentrarse en otra cosa.Notó cada uno de las grietas de las paredes y los cofres, imaginándolos comorasguños en la espalda del menor.

Buen ChicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora