Parte 6

1.2K 95 2
                                    

- ¿C-cómo me has llamado? –Aquellas palabras le habían perturbado por completo, podía sentir su erección palpitar y el que Rubén se haya escondido en su cuello avergonzado le hacía perder la cabeza.

- D-daddy... -Un ligero apretón en su torso le indicó que aquello le provocaba y sintió el extraño impulso de acercarse a su oído deseando más de aquello. –Daddy... P-por favor... Más...

Samuel había perdido sus sentidos cuando le besó. Sus lenguas danzaban en un beso necesitado y como pudo, le había sacado los pantalones al menor.
Se habían tumbado de nuevo, las piernas de Rubén estaban aferradas a la cintura del pelinegro mientras este jugueteaba de nuevo con sus pezones.

Con una calma extraña, para la excitación presente, Vegetta acarició la erección del menor por encima del bóxer y se deshizo de su camiseta. Los gemidos del híbrido eran cada vez más altos y él estaba fascinado por las orejas del chico, que se retorcían con cada caricia dada. Liberó el miembro erecto y húmedo del chico y se dedicó a masturbarle, lento y apretando un poco.

Las manos de Rubius se aferraban a las sabanas y sus caderas de movían involuntariamente, buscando más placer. Con un gruñido, el pelinegro cesó sus caricias y rebuscó en la maleta, sacando un aro y un consolador.

- Estás siendo muy malo, chiqui... -Su voz era pausada y grave, cosa que excitaba más al chico. Con la misma calma anterior, el mayor deslizó el aro por el miembro de Rubén. –Supongo que tendré que castigarte...

Sin mucho esfuerzo, le obligó a girar dándole la espalda y le mostró tres dedos. Entendiendo la petición, los devoró con hambre. Lamía y chupaba cada centímetro de los dedos, hasta que el dolor de su miembro el hizo retorcerse, trató de tocarse, pero una nalgada por parte del pelinegro le hizo arquearse y gemir.

- No te puedes tocar, tú solo has lo que te pida o recibirás otra.

Asintió jadeando. Sintió uno de los dedos fríos de Vegetta trazar círculos en su entrada antes de adentrarse lentamente. Sus piernas temblaron y una extraña sensación se instaló en su vientre, sin hacerle esperar, el dedo se movió penetrándole con lentitud y volviéndole loco.

Hacía todo lo posible por no masturbarse mientras se retorcía bajo la mirada de aquellos ojos morados, cosa que era imposible para él por el dolor que sentía en aquella desatendida zona. Los dedos del chico entraban y salían de su interior, recorriendo cada parte y embistiéndole suave hasta encontrar su próstata.

Un sonoro gemido salió de lo más profundo de su garganta y sus piernas flaquearon. Vegetta continuaba con su tortuoso ritmo, acariciando el trasero del chico.
Al sentir que ya estaba listo, retiró sus dedos y se sacó los pantalones. Rubén jadeaba deseoso de tener al pelinegro en su interior.

Le hizo girar y posicionó su miembro en la entrada del menor, trazando círculos por esta. El peliblanco se retorcía y movía las caderas buscando más placer sin éxito. Con una estocada, el pelinegro entró y sin esperar que se acostumbrase, empezó a embestir con fuerza. Aquel cambió nubló por completo los sentidos del híbrido, quién gemía y se aferraba a las sábanas, sintiéndose casi en el cielo.

Jadeos y gruñidos acompañaban el vaivén de la cama y el sonido de pieles chocando inundaba el lugar.
Samuel se encontraba arrodillado embistiendo a diestra y siniestra, su mano sostenía las piernas del menor sobre sus hombros y observaba con lujuria cada una de las expresiones del chico, que balbuceaba y gemía sin vergüenza alguna.

- Más... Agh, daddy, más.

Sin detener su ritmo, tomó el consolador y lo encendió, paseándolo por el miembro de Rubén. Este miró lo que sucedía con pánico por el creciente dolor en su vientre, haciéndole gemir al pelinegro por lo apretado que estaba.

- Relájate –Su voz autoritaria suplantó el pánico del chico por excitación y una serie de embestidas en su punto le hicieron arquearse.

- Por favor... De-déjame... -Rubius sostuvo su miembro indicándole al mayor sus deseos, sintiéndose muy cerca del final.

Con un asentimiento, le retiró el aro y tras un par de estocadas, el menor de corrió con un sonoro gemido. Aquella corriente y la estrecha entrada hicieron terminar también al pelinegro, llenando todo el interior del híbrido. Tras unos minutos tumbados en la cama, respirando pesado y acurrucados entre ellos, ambos se dieron cuenta de lo sucedido. Un sonrojo cubrió el rostro de Rubén y una sonrisa boba se instaló en Samuel.
Llevaban meses deseando aquello, sentirse completos estando juntos. Los brazos de Vegetta envolvieron la cintura de Rubius en un abrazo, mientras este paseaba su dedo por los hombros del mayor.

- Pensaba que no te gustaba. –El pelinegro rompió el silencio, analizando el rostro de su amado.

- Ya... -Rubén recordó la última vez que se vieron, él cómo Vegetta se le había declarado y este fue tan estúpido de rechazarle por accidente. –Soy un idiota ¿De acuerdo?

- Ósea qué si te gusto. –Sus ojos morados reflejaban diversión mientras repartía besos por la espalda del chico.

- Yes, daddy –Una sonrisa lujuriosa se instaló en el rostro del medio oso al sentir como su compañero se tensaba por sus palabras, acababa de encontrar la debilidad de un dios y claro que planeaba utilizarlo.

Buen ChicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora