- Me reuniré con ella dentro de tres días. Iré solo.El ruido del metal chocando contra el mármol volvió a explotar en la sala. Kuro se encontraba de nuevo sobre sus rodillas, la cabeza baja. Una suave risita floto en el lugar antes de que Akane lograra ocultarla trás una tos incómoda. Negel le dió una mirada de advertencia.
- Mi rey, se lo ruego. No se presente.., por lo menos, no lo haga solo. Déjeme...
- Kuro - la repentina voz afilada hizo que los tres guardias se tensaran. El hombre frente a ellos había perdido la postura informal que lo caracterizaba y la frialdad que brilló tras sus ojos les dio una horrible presión -. No estás en condiciones de contradecir mis órdenes. Lo diré una vez más. Ponte de pie.
El hombre robusto se paró torpemente, inclinándose en una reverencia.
- Lo siento, mi rey.
El miedo hizo que su voz sonara un poco ahogada.
- Reconoce tu lugar - para alivio de todos, Reún volvió a relajar su cuerpo, cayendo contra el respaldo de la silla. Sus ojos mostraron un poco de retorcida diversión cuando observó a Kuro -. Si sigues arrodillándote tanto comenzaré a creer que no necesitas tus piernas.
Las palabras le ocasionaron al hombre grande un horripilante temblor a lo largo de su espina dorsal. Entendió lo que el rey quiso decir; como vuelva a pasar, las cortaré.
- Entiendo, mi rey.
El plan de acción era bastante simple. Se precipitaría hacía una situación que claramente le era poco ventajosa y lo haría sin ningún respaldo. No esperaba que su hermana tuviera recuerdos de su vida pasada, pero creía que un encuentro entre ambos podría lograr que estos surgieran. Conociendo a su hermana, aquello acabaría en una situación de perdida para el reino humano. En cuento el reino perdiera la conexión con su deidad todo se volvería caótico y no tendrían tiempo para causar problemas a los demonios.
Si la situación era buena raptarían a la sacerdotisa. De no serlo se retirarían. El punto importante era permitir que el rey Reún tuviera una charla con su hermana. Era necesario despertar sus recuerdos a través de una figura familiar. Aquello pondría en jaque al reino humano y voluntariamente accederían a mantener la paz.
Aunque la humanidad no presentaba un peligro, los demonios habían visto suficiente caos a lo largo de su vida. Nadie estaba dispuesto a entrar en otra guerra.
El rey permitió que se retiraran una vez aclarado el asunto.
- Akane - llamó suavemente antes de que lograrán salir de la habitación. El adolescente se detuvo. La voz de rey mostró un poco de pereza cuando le dijo; - me informaron que no asististe a tus clases.
- Mi rey...
- Preséntate mañana y pide disculpas a tu profesor.
Aunque un poco reacio, el adolescente aún accedió.
- Entiendo, mi rey - tal y como hizo Kuro, no le quedó más que ceder.
- Con su permiso, Su majestad - las voces de Negel y Kuro corearon. Ambos se inclinaron en una reverencia.
Mirando de reojo al adolescente aun parado recto, Negel estiró una mano y empujó su espalda sin piedad, obligándolo a doblarse casi por la mitad.
Finalmente, los tres guardias se fueron, dejando solos a un hombre y una carta en el enorme salón.
***
La pila de documentos cayó al suelo cuando unas botas pesadas se acomodaron sobre la mesa. Negel le echó una mirada de desaprobación al joven recostado en la silla.
- Quita tus sucios pies antes de que decida cortarlos - expresó, disgustada.
El niño le sonrió con dulzura. Tenía un lunar rojo en su frente que lo dotaba de cierto aire juguetón.
- Puedes intentarlo.
- Mocoso insolente - Negel estiró un brazo y golpeó el lunar de su frente con la filosa uña de su dedo índice - en vez de estar aquí perdiendo el tiempo deberías estar preparando lo necesario para tus clases. No hagas enfadar al rey.
Akane golpeó su mano lejos de su rostro. La miró a los ojos con una expresión engreída.
- No necesito tus consejos, pero creo que necesitaras el mío. Cuando llegues a casa, deberías disculparte inmediatamente. O Rissa podría decidir invitarte a dormir afuera.
Negel observó el brillante lunar rojo que había tocado con su dedo y chasqueo la lengua. A veces olvidaba que el niño era un vidente. Ese tonto lunar brillaría cada vez que entraba en contacto con una persona u objeto cargado de energía emocional. Entonces husmearía felizmente en las posibilidades de su futuro.
- No metas tus narices en mis asuntos.
- Deberías agradecerme por salvar tu matrimonio - reprochó Akane. Aunque de hecho no observó su futuro por voluntad propia. Era bueno recibiendo las visiones, sin embargo, aún no podía controlar la decisión de cuáles aceptar. Pero no podía admitirlo. O sus sesiones de clases con aquel vejestorio sádico que disfrutaba al inducirle terribles jaquecas aumentarían. No era algo que estaba dispuesto a permitir.
Negel mostró una sonrisa llena de burla e insinuaciones.
- No necesito tu ayuda. Tengo mis propios métodos para aplacar a mi amante.
- Ustedes dos, dejen de jugar. ¿Acaso no están preocupados? No logro entender por qué el rey... - Kuro pasó una mano por su corto cabello rubio, frustrado.
- No logras porque no posees la capacidad para hacerlo - lo cortó Akane con desprecio.
Aquello enfureció a Kuro. Lo señalo con su dedo, las venas hinchándose en su cuello.
- Tu, niño...
- Ya, ya -. Negel palmeo su espalda, aplacándolo con cierta burla -. Lo que Akane quiere decir es que deberías pensar las cosas con un poco más de profundidad.
-¿Profundidad? El rey claramente esta precipitándose a una situación...
- El rey quiere ver a su hermana. Incluso si se pone en riesgo, aún tiene la habilidad para salir a salvo. Después de todo, se trata de Reún. E incluso si no pudiera asegurar su vida, el rey aún se presentaría en el lugar. ¿No comprendes lo qué es el amor, Kuro?
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Madriguera
FantasyEl rey Kira, proclamado héroe entre los héroes, rompió el tratado de paz y asesinó al rey demonio. Abrió a la fuerza un camino hacía una era de paz y prosperidad. Durante diez años, existió en el reino bajo su mando un acontecimiento sui generis que...