Al mediodía de aquel día caluroso, Kuro se planteó si debía renunciar a sus extremidades y arrodillarse una vez más. Akane, ajeno a la discusión interna de su compañero, talló suavemente las largas orejas de un animal en el cubo de madera. Las botas pesadas descansaron sobre el escritorio, ahora que Negel no estaba cerca. Movió la daga con habilidad, su lengua asomándose entre los dientes. Las figuras geométricas finamente talladas se entrelazaban en surcos que simulaban un pelaje voluminoso.Al ver al adolescente tan concentrado, Kuro no pudo evitar que sus manos se apretaran en puños. La ira era una emoción recurrente cuando estaba en presencia del niño.
-¿Cómo puedes estar tan tranquilo? - preguntó oscuramente. Las cortinas cayeron cuando se alejó de la ventana abierta.
Akane le echó una mirada confusa, como si preguntara, ¿es a mi?. Recibió el rostro irritado de su compañero en respuesta, por lo que sonrió sin ganas.
-¿Por qué te encuentras tan ansioso? - devolvió la pregunta. Movió sus piernas fuera de la mesa con pereza y apoyó los codos en ésta, tallando a detalle un ojo.
Aunque habló con él, su atención estaba en el trozo de madera. A Kuro no lo enfadaba particularmente la falta de interés que usualmente mostraba el adolescente. Pero aquel día sintió que podría desenvainar el sable en su cintura y atacar. Respiró hondo. Caminó hacía Akane y arrancó una silla del escritorio, dejándose caer sobre ella..
Las patas de madera crujieron, logrando que los ojos de Akane vagaran por un segundo en su dirección antes de volver rápidamente a la talla. Kuro no estaba dispuesto a rendirse.
Se dispuso, con paciencia, a entablar una conversación. Su ansiedad lo había mantenido al límite por tres días ya. Creyó que finalmente era hora de pedir ayuda.
- Akane - llamó suavemente.
Tal trato hizo que los pelos del adolescente se pusieran de punta. Apartó la vista del pequeño animal que tomaba forma en la madera. Cuando miro a Kuro se encontró con una mirada profunda. Casi se cae de la silla.
-¿Qué quieres? - estaba espantado.
Kuro mantuvo el silencio por unos segundos. Luego apoyo las manos sobre la mesa y, mirando sinceramente al adolescente frente a él, se atrevió a rogar una vez más;
-Por favor, Akane. Si eres tú...
El asco deformó la cara del niño. Se impulso hacía atrás con tanta fuerza que la silla chirrió por la fricción contra el suelo. Intentó mantener la mayor distancia posible entre el hombre y él.
- Kuro, reacciona - instó seriamente y casi con desesperación - eres demasiado mayor para mi. Tal comportamiento...
El guardia mayor lo miró confundido. Abrió la boca para preguntar, pero entonces la comprensión brilló en sus ojos. Estos se entrecerraron con desprecio.
-¿Eres estúpido? - casi quería preguntar, ¿crees que me fijaría en alguien como tú? Un niño escuálido y maleducado...
Los hombros tensos de Akane cayeron cuando dejó ir el aire que había contenido.
- Hombre, no me asustes así - farfulló.
Kuro intentó no ofenderse. Recogió todos los trozos de la paciencia que el niño rompió y se dispuso una vez más a enfrentar al adolescente.
- Si eres tú - remarcó. La voz brusca tranquilizó al joven -. él podría escucharte. Su majestad suele preguntar tu opinión.
- Porque sabe lo que diré - lo cortó Akane. Sujetó una vez más la daga y siguió tallando la nariz -. Pregunta porque confía en que respaldaré su opinión, ese viejo zo... - se aclaró la garganta -. Esa es toda la razón.
- No creo que sea así. Creo que Su majestad realmente...
Cuando la línea de la nariz que estaba tallando se torció por la distracción, Akane perdió su amabilidad. Clavó la daga en el escritorio y se inclinó hacía Kuro, feroz.
-¿Qué es lo que te asusta tanto? Estamos hablando del Rey Reún, ¡el nuevo amanecer! -exclamó, casi con sorna - si un grupo de humanos logra matarlo, entonces merecía morir.
El ruido de las puertas abriéndose interrumpió la charla. Los dos guardias mayores tomaron distancia, mirándose entre si con recelo.
En la puerta, Negel apareció ligeramente desprolija y les echó una mirada dura. Kuro entendió que no era el único profundamente preocupado.
- Es hora de prepararse. Haremos un repaso antes de salir.
Los tres entablaron una conversación técnica sobre estrategia. En la mesa se abrió un amplio mapa de la frontera, dónde un círculo rojo marcaba el lugar en donde se encontrarían el rey Reún y la sacerdotisa principal. Se trataba de un punto en medio del barranco que dividía ambos reinos.
Por otro lado. En la sala del mismo palacio, un hombre rozó pensativamente las yemas de sus dedos contra las figuras entrelazadas que formaban un zorro tallado en madera. Observó a la estatuilla con intensidad. Al final, cuando la soltó horas después, el lunar rojo en su frente aún se mantenía opaco.
Cerca del anochecer, cuatro personas se reunieron en el portal del palacio.
El rey Reún caminó al frente, su túnica negra flotando por la brisa nocturna. Ordenó que esperaran a que terminara de anochecer para seguirlo y en tan solo segundos la figura desapareció por el horizonte.
Quizás fue el atardecer lo que doto aquella situación de una carga solemne. Pero los tres guardias se pararon rectos, tan silenciosos que fue una ocasión inusual.
La expresión de Kuro se tensó por la preocupación, mientras que los ojos de Akane y Negel siguieron sobre el lugar en donde el rey despareció.
Cuando el cielo se había convertido en un azul ligeramente claro, Akane no pudo evitar moverse.
- Eso parece suficiente - aunque fue un comentario casual, la voz del adolescente sonó tensa.
Kuro lo observó por el rabillo del ojo, notando por primera vez que el niño a su lado parecía nervioso. Aquello lo sorprendió a tal punto que abrió la boca para contestar, pero las palabras no salieron.
Se aclaró la garganta y luego, tentativamente, dijo;
- Apenas falta un poco para...
- El rey ordenó que fuera al anochecer - la voz de Negel lo corto, llena de reprimenda.
Una sonrisa tirante apareció en la boca del niño e ignorando la incomodidad interna que sentía, se movió hacía Negel.
- Vamos, como guardias mayores podemos actuar sin la necesidad de ... - alzó la mano para apoyarla en su hombro. Tal familiaridad era usual entre ellos.
Fue un movimiento demasiado brusco para que el ojo pudiera captarlo. En menos de un segundo, Negel se encontraba a dos pasos de distancia.
Pero era demasiado tarde. Los dedos del adolescente rozaron las solapas del uniforme de guardia mayor. La sonrisa en su cara se deformó al tiempo que el cinabrio brilló en su frente. Se le encogieron las pupilas por el horror. La mirada que le mostró a Negel estaba llena de incomprensión y pánico.
Pero aquella expresión no duró mucho.
El niño se movió como un borrón, evitando la mano que se extendió un latido más tarde para intentar aprisionarlo. Se precipitó en una desesperada carrera que desgarró los músculos de sus piernas, pero no fue suficiente.
...
Contra todo pronóstico, aquel fue el día en el que el rey Reún, proclamado el nuevo amanecer, murió a manos de un humano.
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Madriguera
FantasyEl rey Kira, proclamado héroe entre los héroes, rompió el tratado de paz y asesinó al rey demonio. Abrió a la fuerza un camino hacía una era de paz y prosperidad. Durante diez años, existió en el reino bajo su mando un acontecimiento sui generis que...