Prefacio

373 24 3
                                    

10 años antes.

13 de mayo, 6:47 pm.

—De acuerdo, niños –accedió Megan con una sonrisa- Pueden salir a jugar, pero cuando Sally deba irse, aceptarán sin peros, ¿de acuerdo? –aguardó a que alguno de los niños hablara.

—¡Pero mamá…! –comenzó a quejarse Grace.

—Sin peros –repitió esta, alzando un dedo.

La niña resopló, provocando que un mechón rebelde de su cabello castaño claro le callera sobre los ojos, el niño a su lado rió y lo sopló por ella, para que pudiese ver con claridad.

—Y, ¿qué es lo que esperan? –Los apresuró Sally con una media sonrisa- Vayan a jugar o se quedarán sin tiempo.

Ambos asintieron y echaron a correr hacia el patio trasero de la casa de Grace. El niño alzó la vista al cielo y pudo darse cuenta de que el sol ni siquiera había caído. Esta vez fue él quien resopló.

—¿Qué ocurre, Hunter? –preguntó ella a lo lejos, ya que estaba demasiado ocupada haciendo equilibrio en el sube y baja. Tenía la punta de la lengua en la comisura de su labio superior, tratando de concentrarse, con ambos brazos extendidos, mientras avanzaba pie por pie, sobre el gran tubo que unía al juego.

Hunter meneó la cabeza.

—Mi mamá nos corrió para contarle a tu mamá sobre su nuevo novio –contestó este con simpleza.

Ella levanto la vista y dejó de jugar a hacer equilibrio. Saltó y caminó hacia su amigo.

—¿Acaso no te agrada?

—No lo conozco –admitió encogiéndose de hombros- Pero es muy ruidoso. –frunció el ceño y se giró hacia su amiga.

—¿Ruidoso? –Inquirió ella- ¿Cómo?

—No lo sé, ayer gritaron toda la noche. Me asusté un poco, pero mi abuela lo llamó “noche salvaje”. –explicó.

—Un momento –ella colocó sus delgadas manos sobre el pecho de Hunter, para que pare- Gritando, ¿cómo? Quizás la estaba lastimando.

Él abrió mucho los ojos y su expresión se tornó paranoica.

—¿Crees que estaba lastimando a mi mami? –preguntó con un nudo en la garganta, al borde del llanto.

Grace se echó a reír y le dio una palmada en el hombro.

—No seas llorón, Hunter. Eres una niñita.

—¡Tú eres una niñita! –exclamó él con un dedo acusador.

—¡Pues sí, tonto! –Le sacó la lengua- Lo soy.

Gruñó, se cruzó de brazos y le dio la espalda. Grace hizo muecas aprovechando que no podía verla, para burlarse de su amigo.

—¡Grace, deja de molestar a Hunter! –oyó la voz de su madre. Pero, ¿cómo? Giró la cabeza como la niña del exorcista y pudo verla a ella y a Sally espiando desde la ventana.

Rayos, malditos superpoderes de madre, pensó. ¿Cómo es que siempre descubrían todo?

Bufó y dejó a su amigo la niñita atrás. Sin esperarlo, se apresuró hasta llegar al roble al final de su patio trasero. Alzó la vista y vio las escaleras echas por tablas de madera que llevaban a la magnífica casa del árbol que su padre, su tío y su abuelo habían construido para ella. Sonrió para sus adentros y comenzó a subir.

—¡Espera, Gracie! –oyó la voz de Hunter detrás de ella, su amiga terminó de subir la escalera y se adentró a su fortaleza. A los pocos segundos asomó su cabeza.

TreehouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora