Falsos medidores

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En una tienda, había una bombilla
que de su propia luz no sabía nada.

No miraba paredes en busca de respuestas cuando se encendía.

Ella buscaba al mejor postor.

Qué utilidad tendría
que la compre un niño pequeño?

Hay que ser muy poca luz
para que te reduzcan a iluminar,
en la noche,
los miedos.
Una luz tan pequeña
que no sacuda los sueños.

Por qué no esconderse si quiere comprarla
un fotógrafo para un cuarto de revelado?
Esas luces no tienen
estabilidad en el trabajo.
Y no se necesitan grandes luces
para cuartos que casi siempre prefieren estar en lo negro

No.
Ella quiere ser la luz de un dentista,
y estar casi siempre encendida.
Salvar bocas, parejas,
ser indispensable para más de una vida.
Saber que es muy potente,
porque se necesita mucha luz para arreglar
muelas partidas.

Así que se escondió en su repisa
hasta que un día vino un señor con una bata
que anunciaba que era un dentista.

Y entonces, gracias a un plan mil veces medido,
casi podemos decir que ella misma se vendió.

Y cuando el hombre la llevó a casa,
la puso de bombilla en un trastero.
Un trastero que casi no usaba.
Un trastero donde la luz
solo hacía falta
si querías desempolvar
un sillón viejo
a las 3 de la mañana.

Otra dosis de decepción, con un lápiz, por favorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora