Prologo.

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Las cosas pueden cambiar, todo puede cambiar en solo en segundo.
No voy pensando en eso constantemente, pero a veces hay situaciones que te lo recuerdan, como la que pasó esta mañana.

Y hoy cuando me levante, me bañe y me vestí para ir al centro comercial no esperaba que todo cambiará, pero así fue. No esperaba verte luego de 20 años sin vernos, sin saber del otro y sin pensar si quiera en tu nombre.

Lo último es mentira, si pensé en ti ¿cómo no lo haría? Estuvimos juntos por años, creímos que lo nuestro sería por siempre. Cada cierto tiempo tu nombre llega a mi mente con algun lindo recuerdo de nosotros juntos, pero verte ahora, saber que volviste a Corea hace que todo lo que vivimos juntos vuelva a mi cabeza y salga del rincón en que lo tenía oculto.

Hoy tenía solo una cosa que hacer y después podría pasar a buscar a mi pequeña para pasar casi una semana completa con ella, gracias vacaciones que me permiten mas días con ella.

Durante la semana no solia verla mucho o solo por unas pocas horas cuando iba a cenar y eso estaba siendo lo peor del divorcio el no poder verla cada vez que quisiera.
Por eso mismo decidí adelantar mis vacaciones para poder pasar una semana juntos, solo padre e hija, no me importa tener que levantarme temprano para ir a dejarla al colegio, tener que ayudarla con las tareas y las demás cosas.

Ese día me había levantado solo con el objetivo de poder cambiar los dos pantalones que le había regalado mi madre y que le habían quedado grandes, todo iba bien llegar a la tienda en que lo compro no fue difícil, hablar con la cajera y explicarle que quería una talla menos tampoco lo fue.

Mi sorpresa vino cuando estaba esperando los distintos modelos que tenían y simplemente choque contigo, así como cuando colicionan dos autos, nosotros lo hicimos, chocamos, me gire para disculparme y como un mal dorama te vi ahí, de la mano con un linda chica y con una pequeño niño agarrado de tu otra mano.
Ambos nos sorprendimos, la disculpa quedó atorada en mi garganta y solo nos dejamos de mirar cuando unos segundos después vi aparecer la cajera con varios pantalones en sus manos que había encontrado para que pudiera cambiarlos. Camine unos pasos hacia ella, pero tu voz me detuvo.

- ¡Seokjin! - me llamaste y caminaste hacía a mí soltando a la chica, pero con el pequeño aún de tu mano intentando seguir tus pasos con sus pequeñas piernitas - han pasado mucho años - seguiste diciendo y en ese momento sentí que eras el mismo Jungkook que conocí hace 20 años, aunque eso fuera imposible.

- Casi 20 años - respondí cuando encontré mi voz de nuevo - ¿cuando volviste a Corea? Yo volví hace como 6 años - ambos nos habíamos ido del país, esa fue la razón para terminar. No fue la falta de amor, no fue una infidelidad, tampoco peleas o cosas parecidas. Solo fue que ambos teníamos proyectos ambiciosos en nuestras jóvenes mentes y estábamos dispuesto a todo para lograrlos.

Aún recuerdo las lágrimas, la desolación y la tristeza que sentí en mis primeros meses viviendo en Japón.

- Volví hace casi 10 años, vivir en Estados Unidos puede ser agobiante - me respondiste y me sorprendió la respuesta porque aún sigue muy latente en mi el joven Jungkook que soñaba con vivir en Nueva York en medio del bullicio, el caos, las oportunidades y la gente.

- Es mi hijo - decías apuntando al pequeño que me miraba con grandes ojitos negros - se llama Minho, pero es algo tímido y ella es Kaori mi esposa - señalaba a la linda chica que estaba unos pasos atrás sonriendo en grande hacia mi dirección - el es Seokjin un viejo amigo, éramos casi hermanos - agregaba y no me molesto que me presentaras asi ya que yo probablemente también te presentaría así.

Me presente y quería seguir hablando, pero la cara de la cajera me decía que si no me apuraba me iba a lanzar los pantalones por la cabeza por lo que disculpándome me despedí y escogí algún modelo que a mi vista fuera lindo.

No me esperaba encontrarte a la salida de la tienda, pero ahí estabas apoyado en la pared con tu pequeño medio dormido en brazos.

- Te estaba esperando mientras Kaori fue a comprar unas cosas - me explicabas y comenzabas a caminar a mi lado.

¿Dónde vamos? Me preguntabas mientras seguías siguiendo mis pasos y seguías contándome como Minho había aprendido a dar sus primeros pasos y lo mucho que te habias emocionado.

- Farmacia - te respondí y pude ver como querías preguntarme para que, pero te contenias, seguías siendo un libro abierto, aún puedo leerte fue unos de los pensamientos que cruzaron por mi cabeza - tengo una hija de seis años se llama Aiko y pasará unos días conmigo y quiero renovar mi botiquín de emergencia por si algo le hace mal - ¿hipocondríaco? Tal vez, pero nunca se esta lo bastante preparado para cuando se enferma un niño.

- Niña amada - respondiste y solo asentí mientras tomaba un número en la farmacia - lindo significado, debe ser muy amada si te tiene como padre - pedí todo lo necesario y salimos juntos del lugar y te guíe hasta una banca que estaba desocupada.

Cuando recién te conocí no hablabas mucho, eras silencioso, tímido y muy reservado. Hoy verte hablando tanto, sonriendo, con tanta confianza en ti mismo me hace sentir feliz.

Y es que si tengo que aceptar la verdad, el volver a verte me hace feliz.

- Quiero tu número - me decías cuando te avisaba que debía irme para ir a buscar a mi pequeña. No me preguntabas, solo me lo exigías - anotalo y llamame que no puedo sacar el mio del bolsillo - hablabas señalando al pequeño que tenias en brazos dormido profundamente.

Estaba haciendo dormir a Aiko cuando me llegó un mensaje. Eras tú diciéndome que te avisara cuando podíamos cenar juntos y ahí en ese momento fue que supe que algunas cosas no cambian, algunos sentimientos siguen ahí, solo que enterrados en un rincón fingiendo que no existen hasta que llega el momento de salir a la luz.

Y cómo el ser masoquista e impulsivo que soy decidí responderte.
Y cómo si no me conociera en lo absoluto me mentí diciendo que podíamos ser amigos, solo amigos.

Loving you is so easy (JinKook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora