capítulo 04

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—Se los juro, ese niño es el mal —Jungkook abrió mucho los ojos.

Hoseok intercambió miradas con Namjoon.

—¿Qué hizo ChimChim para que digas eso? —preguntó Hoseok, comiendo de su hamburguesa.

—Ayudó a la señora de la tiendita de la esquina con unas cajas —enumeró con sus dedos—, luego me cedió el paso cuando él había llegado primero y después cuando le dije que olía mal no me miró feo y sólo se limitó a limpiarse con servilletas. ¡Y por si fuera poco se despidió como si nada! —negó lentamente—. Es perverso.

Ambos chicos frente a él volvieron a intercambiar miradas, para luego comenzar a reír.

—En serio, sigo sin entender tu odio —Hoseok negó divertido.

—Sí, Jimin es un buen chico, no entiendo porqué lo odias —secundó Namjoon.

—Sé que planea algo, nadie puede ser feliz todo el tiempo —entrecerró los ojos—. Cuando se revele y los asesine sin piedad, entonces me reiré de su sufrimiento.

La seriedad no duró tanto en aquella mesa bajo el gran manzanero, pues los dos menores soltaron carcajadas estruendosas que llamaron la atención de varios chicos cerca.

—Eres gracioso, hyung.

—Gracioso será cuando te secuestre y te prostituya en un motel barato y luego te venda al mercado negro.

Las risas volvieron a resonar por todo el jardín, incluido las maldiciones del azabache sobre sus supuestos amigos que no hacían más que burlarse de él, llamando la atención de varios nuevamente, incluidos a los tres chicos al otro lado, mirándolos con curiosidad.

—¿De qué crees que se rían? —preguntó por otro lado un curioso Taehyung, mirando al rubio quien reía con más ganas.

—Quizás Jungkook hyung contó un buen chiste —Jimin se encogió de hombros.

—Hablando de hyung —Yoongi lo miró—. ¿Lo hiciste?

Las mejillas de Jimin no tardaron en adquirir aquel tono rosado tan lindo.

—¡P-Por su puesto que no! Él me odia, es inútil.

—¿Por qué dices eso? —preguntó Taehyung, estirando el brazo para agarrar su soda de fresa.

—Porque ayer me dijo que olía mal —abrió mucho los ojos—. ¡Y yo nunca huelo mal!

Los dos castaños se miraron, para luego reírse.

—¡No se rían! —se quejó, soltando un bufido y cruzándose de brazos—. Me caen mal.

—Ya, Jimin-ah, no te enojes —Taehyung tocó su brazo, enviándole una sonrisa inocente—. La verdad no entiendo porqué te odiaría, no le has hecho nada.

—¡Exacto! —Jimin alzó ambos brazos—. Ese chico me molesta. Siempre que quiero ser amable con él es gruñón, y cuando me lo topo en la calle y lo saludo me ignora. ¡No lo entiendo!

—Vaya, Jimin enojado —Yoongi alzó ambas cejas—, y por un chico. Quién lo diría.

El rubio suspiró. —No significa nada.

—¿Ah no? —Taehyung compartió miradas con Yoongi—. ¿Recuerdas el día en que no podías dejar de ver cómo jugaba baloncesto y dijiste que tenía buen...?

—¡Callate, callate! —se apresuró a cubrir su boca con sus manos sintiendo sus propias mejillas calentarse—. Acordamos no volver a hablar de eso.

Ese día en especial fue muy vergonzoso para Jimin, porque ese día se dio cuenta que también podían atraerle los chicos. Y, por supuesto, Jeon Jungkook fue el primero. Sin embargo, aseguraba que no le gustaba actualmente.

—Cambiemos de tema.

—Bueno... Recuerdan lo que hay el sábado, ¿cierto? —Yoongi los miró.

—No, ¿qué hay? —Taehyung lo miró atento.

—El paseo de perros.

—Ah sí, lo había olvidado —Jimin suspiró—. Será divertido, ¡ya quiero que llegue el sábado!

sweetie 丼 kookmin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora