Capítulo 30: Incendio en la lluvia

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Heaven


—Lo siento tanto —dice Paige, acariciando mi mejilla.

Las dos estábamos echadas en mi cama y no he vuelto a salir de mi casa desde que esa noticia derrumbó mi corazón. Mi cabeza no dejaba de doler y la razón era porque no he dejado de llorar por nada. Cada vez que me calmaba, el recuerdo volvía y nuevamente las lagrimas caían.

Han pasado dos semanas. Catorce días desde que perdí a mi bebé y cada día, el dolor se volvía más insoportable. No comía, no dormía bien. Hubieron noches es que me levantaba gritando pues tenía pesadillas sobre un bebé que desaparecía frente mis ojos. 

No tenía ánimos de nada. Paige tenía que venir a mi casa para obligarme a que me bañara. La tristeza que habitaba en mí me hundía cada vez más. Ese sentimiento de vacío persistente en mi pecho era agotador. «Sólo quería morir»

—Ya no seré mamá —susurro.

—Heaven...

—Quiero a mi bebé de vuelta, por favor.

Desde hace dos semanas, esas palabras eran las únicas oraciones que pronunciaba desde que todo pasó. Perdí a mi hermano, perdí a mi madre y ahora había perdido a mi hijo.

El destino me odiaba, y ese odio eran tan fuerte que me arrebató a las personas que más necesitaba en mi vida. Sentía que mi hermano me estaba castigando por lo que había hecho, pero aún así no me arrepentía. «Esa era la respuesta»

¿El mundo me castigaba porque no me arrepentía de haber matado a mi hermano por lo que me hizo? ¿Pero por qué estaba mal? «Había librado este mundo de la presencia de un monstruo» Y no lo digo por las enfermedades que tuvo mi hermano. Lo decía porque sabía exactamente que en ese momento, él estaba lo suficientemente lúcido para darse cuenta de lo que estaba haciendo y aún así no se detuvo.

Lloraba todo el tiempo. Había alejado a Nicola de mí y aunque él decía que no me culpaba, no lo sentía así. Por una parte sabía que estaba enojado y no me lo demostraba. Él me pidió que no fuera a la misión y aún así lo hice.

Si tan sólo le hubiese hecho caso, aún seguiría teniendo a mi bebé. Mi terquedad hizo que perdiera a nuestro bebé. Mi sed de venganza contra Vania me cegó y ahora me arrepiento de no haberlo escuchado. «Todo era culpa mía»

Permanezco tumbada en mi cama entre los brazos de Paige. Lo bueno es que pudo salir ilesa del secuestro, aunque con algunos golpes que ya se habían borrado. Si antes tenían el doble de seguridad, ahora tenían el triple. No salían de casa si no había un guardaespaldas con ellos.

A Kai no le gustaba para nada pero no podía quejarse pues sabía que estaba en peligro teniendo a Vania aún suelta. «Iba a matar a esa hija de perra» Tuvo tanta suerte de escapar durante el tiroteo pero ahora sabia que estaba escondida como una vil rata y yo la iba a encontrar cueste lo que me cueste.

Por suerte, «Darness» volvió a ser mío al enterarse que había perdido a mi bebé. Ellos nunca fueron asesinos. Vania los había obligado a serlo. Si no hacían lo que ella quería, los botaba. No los culpaba por no querer volver a esa vida de adicto. «Yo también hubiese tomado esa opción»

Pero ahora estaba más tranquila. Vania ya no contaba con la protección de la pandilla, lo que haría más fácil mi venganza y disfrutaré tanto ver como su vida se va por mis propias manos. «No me importaría ser una asesina por ella»

Paradies © | Borrador 2020 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora