Ve despacio, disfruta cada momento del sexo.

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- Que pena no haberte visto antes, de verdad que ver tu sonrisa llena de gracia me hacía falta.
- ¿Eso crees? -preguntó ella, mientras sus mejillas se enrojecían.
- Si, definitivamente.
- Gracias, es muy bonito de tu parte
- Y cuéntame, ¿qué has estado haciendo? -preguntó él.
- Trabajando ¿y tú?
- No mucho. Lo mismo de siempre... Oye, ¿cuándo me dejas visitarte?
- No sé, puedes ir a mi casa cuando gustes.
- Dame un día, a una hora y ahí estaré.
- Pues... -ella pensó por unos segundos- ¿qué tal el viernes?
- El viernes será, y ¿a qué horas?
- Después de cinco de la tarde, ya estoy en casa desocupada.
- ¡Allí estaré! -respondió él animoso.

El viernes llegaría, y cuando iban siendo las seis de la tarde, Jordan llegó a casa de Javiera y tocó a su puerta.

- Hola, Jordan, ¿cómo estás? -Lo saludó ella sorprendida, en toalla del otro lado de la puerta.
- Muy bien, ¿qué tal estás tú? ¿No te acordabas de mi visita?
- Para serte sincera, no, no me acordaba. Pero sigue y me esperas un momento, voy a cambiarme de rapidez.

Jordan pasó y se sentó en algún lugar de la sala y observó a Javi cuando le dio la espalda para entrar a su cuarto, con su toalla corta y su cuerpo delgado siluetado por esta. Suspiró. Aguardó con paciencia y unos minutos después, Javi salió de la habitación, llevaba un short ajustado y una blusa tipo camisilla con un escote algo pronunciado, a él le encantó ver un lunar que yacía justo en su pecho.

- Tú disculpa mi facha -dijo ella- pero ya vengo con ideas de descansar, quiero ponerme la mínima cantidad de ropa posible, así estoy más cómoda.
- Tranquila, lo entiendo. Si por mí fuera, hasta sin nada podrías estar -dijo dirigiendo la mirada a otro lado y con una medio sonrisa dibujada en su rostro.
- ¿Ah sí? no me digas -dijo ella viéndolo sin encontrarse con su mirada.
- Para que estés más cómoda -enfatizó él y se echó a reír.
- Ganas no me faltan -dijo ella con una cara algo cansada.
- Falta de confianza, es más, si quieres no miro a donde tú estés, para que estés más cómoda -volvió a reír.
- Me causa gracia tú juego -dijo ella riendo también- pero te haré caso, aunque puedes mirar, no es gran cosa lo que encontrarás en este cuerpo delgado, tampoco creo que vayas a decirle a nadie.
- Dos cosas, uno: tu cuerpo es hermoso, así delgado, luce delicado y sencillo además de lindo y dos, obviamente no diría nada a nadie, solo quiero que estés cómoda. Soy yo quién está interrumpiendo tu tiempo de descanso.

Javiera no lo dudó más, dejó lo que estaba buscando en el bifet de madera de su sala y retiró su short, dejando a la luz de la vista de Jordan, una pequeña tanga rosa que llevaba puesta, luego, retiro también su blusa, dejando al aire sus pequeños, pero tiernos senos. "Listo, ahora estoy más cómoda" dijo ella.

Jordan respiro profundo, pasó la palma de su mano derecha por el muslo de su pierna y dijo:

- Sí, de seguro -y tragó con dificultad.
- Ahora el incómodo pareces tú -dijo ella sonriendo con picardía.
- Algo, pero estás en tu casa, la que se debe sentir bien eres tú.
- ¿Porque quieres que esté bien o porque te conviene? -soltó una carcajada.
- Las dos, no te voy a mentir -el sonrió con gracia.

Javiera le dio la espada y siguió buscando, y en un momento curvó su cuerpo, agachándose un poco para buscar algo en la zona baja del bifet y a Jordan le quedó una gran vista. El abrió sus ojos, observó con detenimiento y tocó con fuerza su entrepierna. Después se hizo el loco, mirando a otro lado cuando Javi se dispuso a mirarlo.

- Oye, sé que estabas mirando, no te hagas el loco.
- O sea, que lo hiciste a propósito.
- Algo así -ella soltó una carcajada.
- Qué mala eres -el también se echó a reír- Por lo menos deberías hacerlo más de cerca, para no mirar con dificultad -dijo él con picardía.

Relatos De Sexualidad (con enseñanzas) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora