ix. Un regalo increíble.

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Capítulo nueve: Un regalo increíble.

Capítulo nueve: Un regalo increíble

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—Vete de aquí, Bethany, no bromeo—le advierto.

Es lo único que atino a decir al ver que la princesa no tiene intenciones de abrir su boca. Tal vez eso sea lo mejor para todos.

No quisiera que Max se sienta mal por culpa de que Bethany es una perra superficial. Sería más fácil para todos que ella desapareciera de nuestras vistas.

—¿Qué?—la morena se encoje de hombros.— Ni siquiera miento en lo que digo—dirije toda su atención a Maxine antes de continuar—. No te preocupes, corazón, no es personal. Nadie puede reemplazarme, y no es tu culpa que Eros tenga la suerte de conocerme.

Pongo los ojos en blanco al escuchar su respuesta, está tan equivocada. Desearía con todas mis fuerzas borrarla de mi vida. Estoy tan arrepentido haber estado con ella, ¡joder! Incluso me arrepiento de pensar que era atractiva.

—Yo no le llamaría suerte—gruño por lo bajo.

—¿Acaso tu marioneta no sabe defenderse?—Bethany mira con superioridad a la colorada.

—Claro que sé defenderme, solo estaba teniendo educación, algo de lo que pareces carecer—Max le da una sonrisa amplia.

—¿Qué demonios dijiste, perra?

—Shh—chista—, aún no he terminado de hablar. ¿Caer bajo por fijarse en mí? Oh, cariño... eres más hueca de lo que pensé—la colorada se lleva una mano al pecho con fingida pena—. Caer bajo es tener que rogar por la atención de un hombre que ni siquiera tiene ganas de ver tu rostro en una pintura. Esa atención que tanto anhelas yo la recibo sin esfuerzo, ¿no es así, fortachón?

La jugada perfecta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora