Mutationes

In epistula advenit

Severus estaba molesto, irritado, hastiado. Dumbledore no había encontrado mejor candidato para ir a dejarle su carta a un niño, que él. Tuvo que dejar sus interesantes investigaciones sobre cómo mejorar la poción matalobos, todo para tener que ir a dejarle su carta a nada más y nada mejor que Harry Potter. Había mejores candidatos que él, como el guardabosques por ejemplo, Hagrid seguro estaría encantado por ir a dejarle su carta al mimado y "soy el mejor del mundo" hijo del bastardo de James Potter.

Estaba maldiciendo en todos los idiomas que conocía, hasta que se dio el trabajo de leer la dirección de la carta: Orfanato Wool's, la habitación mas alejada y solitaria.
¿Orfanato? ¿El Salvador del Mundo Mágico, viviendo en un orfanato? Alzo uma ceja confundido y lleno de curiosidad, teniendo cien y un preguntas, al momento en que se aparecía frente al orfanato, no era el primer niño a quien tenía que ver en ese orfanato, pero si la primera vez donde tenía que ir por el niño mas famoso del mundo mágico.

Usando un pulcro traje negro de cuello a pies, entró al orfanato llendo directo a la oficina de la directora del orfanato, la señorita Patricia. Una mujer vestida como monja a su parecer, un peinado demasiado apretado con el cual siempre se había preguntado si no le causaba dolor de cabeza, hasta a él le parecía doloroso. Esa mujer con cara de que había probado un limon especialmente amargo fue quien lo recibió.

- Señor Snape, es un... Gusto, verlo nuevamente. ¿Otra vez uno de nuestros niños a ganado una beca en su colegio?

- Asi es señorita Patricia. Ea agradable ver que nuestras vicitas son mas cortas y directo al grano. Esta vez el pequeño es Harry Potter. ¿Me podría dirigir a su habitación, por favor?

Con un seco asentimiento, siguió a la mujer, mientras mas pronto para él, mejor. Odiaba ese lugar tan lúgubre, siempre con aire de que alguien había muerto. Pararon hasta llegar a la habitación más alejada de las demás.

- Potter, te están buscando. Sal ya.

Frunció el ceño ante el tono astiado e incluso con algo de odio con el que la mujer le hablo al niño. ¿Esque acaso por la actitud prepotente del niño todos lo odiaban? Seguro era así. El niño era tan desobediente, prepotente y malagradecido que nadie lo soportaba. Ja, al fin alguien que no adoraba por donde un Potter pisaba.

Al final, alguien abrió la puerta, pero le sorprendió ver a un pequeño niño, pequeño para su edad, piel pálida pero sin llegar a la enfermiza, cabellos revueltos pero sin llegar a ser un nido de pájaros como el de Potter padre, labios carnosos y con un lindo toque color durazno, y unos ojos verdes tan brillantes y llenos de curiosidad, nada obstruia el poder ver el brillo de esos grandes ojos verdes, parecidos a los de Lily, pero aun mas brillantes y hermosos. Ese niño.. En vista no tenía gran parecido a James.

Pero como buen adulto y espía, no se dejó engañar por la vista.. Aun faltaba ver la actitud de ese niño con apariencia de ángel.

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Harry se encontraba leyendo un libro sobre Química, sentado con piernas cruzadas a modo indio, Notechis estaba enredada en su cuello, Mors se había permitido darle algo de magia a su reptal amiga, por lo que ahora Notechis podia cambiar de tamaño y apariencia para poder estar con él todo el tiempo. Para proteger a su cría, había dicho ella. Alzo la mirada al escuchar la voz de la señorita Patricia, con ese tono de odio y astio con el que siempre se dirigía a él, ya estaba acostumbrado a el odio de todas las cuidadoras. Al parecer no les había gustado que sus verdugos murieran poco a poco y de manera que ella no lo pudieran acusar por falta de pruebas. Eran muertes naturales y ¿como un niño con apariencia y comportamiento tan angelical como el de él, podía ser el culpable de acontecimientos tan tristes y atroces como la muerte de uno niños? Era impensable.