Él es el favorito de los fans.
Los entrenadores lo adoran.
Las mujeres lo aman.
Cuando se trata de estar en el campo es el mejor.
Fuera del campo... todavía tiene mucho que aprender y ella esta dispuesta a enseñarle.
El amor también puede ser un...
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Snap: Es la acción que realiza el center al pasar el balón entre sus piernas desde la línea de scrimmage al quarterback y existen dos modos de entrega: snap corto (directamente de la mano del center a la mano del quarterback) y largo (el balón es lanzado hacia atrás) en formaciones shotgun. La mayoría de las jugadas comienzan con un snap.
April aprendió una lección importante. El tiempo no se detenía porque sentías que te faltaba una parte importante de ti, ni porque el dolor era tan intenso que no podías levantarte. Los días hicieron una semana, las semanas un mes. Todo avanzaba sin importar si estabas de rodillas o de pie.
Los programas dejaron de nombrar al mariscal de campo y receptor de los Venados. Poco a poco iban siendo olvidados.
Los primeros días luego de su partida fueron los más difíciles, no entendía nada. Luego de una semana la visitaron los padres de Steve, tan preocupados como ella por su paradero. Aurora tuvo la amabilidad de ponerla al tanto de todo, de cómo lastimaron a Steve al punto de que se alejara de todo.
Beth se apoyó en el marco de la puerta y arqueo la ceja al verla.
—¿Estas bien?
—Tan bien como debería estar. ¿Y tú?
—Hazme lugar —dijo mientras caminaba a la cama. Beth se acostó a su lado.
April estaba molesta porque Steve se fue sin despedirse, herida porque no confió en ella como para contarle por lo que estaba pasando. Confundida porque lo extrañaba y al mismo tiempo no quería que regresara. ¿Era así como se sentía Steve por dentro?
—¿Ya tienes todo listo? —pregunto Beth.
—Para nada.
—¿Emocionada?
—Un poco.
En un mes iba a empezar a estudiar diseño de modas, después de estar tantos años sin saber qué hacer.
—Decidiste volver voluntariamente al infierno llamado «semana de exámenes». Te admiro.
—Gracias por recordármelo.
—De nada.
—Pero esta vez es diferente. Quiero hacer esto. Por fin encontré algo que amo hacer y a lo que me quiero dedicar en mi vida.
—Era lo que tanto buscaste. Tu vocación.
Coraje dio un maullido antes de subir a la cama y acomodarse en el pecho de April, donde empezó a ronronear.
***
19 de agosto
Sus amigos eran lo suficientemente ruidosos como para saber que le preparaban una fiesta sorpresa. Al abrir la puerta le lanzaron un puñado de confeti a la cara.
—¡Feliz cumpleaños! —Gritaron al unísono.
Evan apareció sosteniendo una torta con las velitas encendidas.
—Pide un deseo.
En vez de pedir el deseo se quedó viendo a los inusuales invitados. Bonifacio y Frank, quienes vestían un traje. Robert y Kristen, quienes acababan de regresar de su luna de miel. La familia Brooks no podía faltar. Las dos mujeres de la familia ya habían iniciado su propia fiesta y los dos hombres se encontraban concentrados en un juego de ajedrez. La vecina de al lado, la que regularmente tocaba su puerta pidiendo que bajaran el volumen aun cuando no hubiera nada encendido.
Evan y Beth llevando disfraces de vaqueros. Kameron con un disfraz de bebé.
—Supongo que mis amigas no pudieron venir —dijo con sarcasmo.
—Es una fiesta privada —defendió Evan.
—Solo sopla las velas para que podamos partir el pastel —dijo Beth.
«Quiero verlo una vez más.»
—¡Felices veinticuatro! —gritaron todos.
La competencia de baile inicio y los pasos que saco su malhumorada vecina venció a los del resto.
***
28 de agosto
La esposa de Bonifacio tenía una sala de costura. April hablaba con Robert de lo nerviosa que estaba por iniciar sus clases. Su distraído jefe estuvo atento a la conversación, hablo en voz baja durante minutos. Con aire decidido, le pidió que lo acompañara. Robert, con su vena chismosa, los siguió.
Subieron al piso de arriba, donde estaba su apartamento, apenas fue capaz de echar un vistazo rápido. Los libros parecían haberse escapado de la librería para ocupar los muebles, pilas debajo de las ventanas, sobre el sofá y al lado de la puerta de entrada. Al lado de la puerta por la que ingresaron había otra y esa fue la abrió.
—Mi Tara pasaba tanto tiempo en esta habitación que tenía que entrar y llamarla cuatro veces para que saliera. Nunca pudo estudiar en la universidad así que aprendió la mayoría por su cuenta, libros, cursos, tenía un cuaderno lleno de notas.
Era una habitación pequeña, con una máquina de coser frente a la ventana. Un estante hecho a medida, que ocupaba toda una pared. Estaba lleno de retazos de telas y prendas sin terminar, frascos de vidrios que contenían botones y otros con hilos. La otra pared tenía un tablero de corcho repleta de dibujos de prendas.
Solo podía describir el lugar con una palabra: mágico.
Su jefe extendió la llave. —Dale un buen uso.
No le dio tiempo a negarse, bajo de nuevo a la librería.
—Estos hombres se parecen demasiado —dijo Robert.
Supuso que se refería a Frank.
—Guardan todo durante años. Sus casas son con un museo de los recuerdos. Frank por fin guardo todas las cosas de su esposa, le tomo mucho tiempo tomar esa decisión.
—No puedo aceptarlo.
—Ayúdalo a avanzar. Es su forma de despedirse de su esposa. Antes no creí que fuera posible amar tanto a una persona e incluso después de que se fueran. Frank y Bonifacio te sorprenden.
El nudo en la garganta no la dejo contestar.
Frank, el portero del edificio de Robert pasaba con más frecuencia por la librería, echo que ocurrió luego de enterarse que April ocupaba la sala de costura. No dijo una palabra de lo que pensaba de ello. Era un hombre muy gruñón, se quejaba de todo. Bonifacio, en cambio, era más distraído y más que quejarse era como si lo que decía era la pura verdad.
Curiosamente, los dos cumplían años el mismo día. Robert se divertía con ello. Prepararon dos tortas, cada una con una vela, ellos se negaron a revelar su edad. Robert le confirmo que pasaban de los setenta. Después de soplar las velas y quitarlas, empezaron una nueva riña sin sentido. Frank termino lanzando su porción de torta a la cara de Bonifacio, recibió lo mismo como respuesta.
—En el fondo no pueden vivir sin el otro —dijo Kristen.
