Capítulo final: Touchdown

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Touchdown (TD): Es la forma más valiosa de anotación y se consigue cuando un jugador del equipo ofensivo, entra a la zona de anotación contraria con el balón o recibe un pase completo en ese lugar

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Touchdown (TD): Es la forma más valiosa de anotación y se consigue cuando un jugador del equipo ofensivo, entra a la zona de anotación contraria con el balón o recibe un pase completo en ese lugar. Al equipo que consigue un touchdown se le otorgan 6 puntos. Además, el equipo que anota un touchdown tiene derecho a realizar una jugada desde la yarda 2 y puede incrementar su cuenta de puntos.

April guardo las cartas y en vez de leerlas todas a la vez, eligió una cada día. Descubrió algo, Steve era pésimo para escribir cartas. No se parecían en nada a las cartas románticas que imagino, más bien parecía que le informaba de su día a día. Pese a todo sonreía al leerlas.

Lo amaba.

Profunda, verdadera y totalmente. Lo amaba, eso era todo lo que necesitaba saber.

April preparo las cosas de Coraje que todavía estaban desperdigadas por todo al apartamento y fue a la casa nueva de Steve.

Coraje maulló con desespero al verla, se restregó en sus piernas y la llevo a donde estaban sus platos. Vacíos. Estaba claro lo que pensaba del pésimo servicio que tenía en esa casa. Steve cumplió su promesa y le hizo un área de juegos para el gato, pero el mínimo no perdonaba su falta de atención.

Steve estaba en la corredora, por lo que no la escucho llegar.

—Te olvidaste de Coraje —dijo para llamar su atención.

Steve detuvo la máquina y centro toda su atención en ella.

—No lo hice. Su próxima comida es en veintitrés minutos.

—¿Le armaste un horario de comida?

Asintió.

—Ya veo porque no le agradas. Se supone que tú te tienes que adaptar a él, no al revés.

April se acercó con lentitud. Steve no le quito los ojos.

—¿Te vas a quedar conmigo? —pregunto Steve.

Tan directo que se robaba las palabras. April todavía recordaba el día que se conocieron, en la fiesta que la llevo Beth y la forma en que Steve la miro. Todo comenzó con la ilusión de una niña, se volvió real luego de esa fiesta. Una persona con la que podía hablar de todo, disfrutar de los silencios, con quien quería compartir su vida.

Steve era el indicado.

—¿Cuándo me fui?

April extendió su mano y él no dudo en tomarla. Le gustaba perderse en sus ojos mieles, esos que no se perdían detalle. La manera en que sus ojos expresaban la felicidad que sentía al jugar. La manera cálida en que miraba a sus amigos aunque pareciera tranquilo. Amaba la manera en que la besaba, como si tratara de llegar a su alma. Como la escuchaba con toda su atención a pesar de que hablara banalidades. Atesoraba sus palabras porque Steve no las decía a la ligera.

—Ámame, Steve. Como solo tú sabes hacerlo.

Entonces sucedió.

Sonrió. No fue una sonrisa débil, de esas que apenas eran perceptibles, era una sonrisa brillante, amplia y perfecta. Un único hoyuelo, que no sabía que tenía, marcado en su mejilla. April se quedó sin aliento. Luego su boca estaba sobre la de ella, sus brazos alrededor, cada parte de él prometiendo que no la volvería a dejar.

April no puso objeción cuando la guío a la habitación ni mucho menos cuando la desvistió. Y tal como se lo pidió, la amo de una forma en la que solo él podía. Steve beso cada parte de su cuerpo hasta que le rogo, sus manos no dejaron lugar sin acariciar. Ella mantuvo su sonrisa en todo momento, de vez en cuando se le escapaba una risa que era secundada por la de él.

Más tarde, mientras yacían saciados y agotados, Steve hablo.

—Casémonos.

April abrió un ojo, perezosa. —Dentro de unos años.

Steve sonrió. —Cásate conmigo hoy.

Ella solo sonrió.

***

25 de diciembre

Las luces de la ciudad y el sonido del tráfico le hicieron esbozar una sonrisa. Todos le preguntaron cómo podía volver a subirse a un auto después del accidente que casi acaba con su carrera. Parecía como si fueran años, un suceso pasado y un dolor que prevalecía.

Tomo distancia de sus padres, los problemas que tenían solo les incumbía a ellos. No quería quedar en medio otra vez. Lo lastimaron demasiado. Jason vendió la casa, ahora vivía en un monoambiente. Aurora regreso con su familia. Ninguno de los dos se disculpó. En el fondo espero que lo hicieran. Intento dejar todo eso en el pasado. 

No importaba, porque tal y como April le dijo, tenía a sus amigos. Ellos eran su familia elegida. Un poco caóticos, la verdad.

Steve prendió la radio y puso una estación al azar. En el asiento trasero iban los regalos intercambiados. Celebraron navidad en casa de Evan y al terminar de cenar todo fue un caos. Evan cantando villancicos, Beth cambiando la música solo para detener su canto. April desafiando a Kameron a un concurso de preparar cocteles.

Steve se dedicó a observarlos.

—¿Quieres una? —le pregunto Kameron después de ganar el concurso.

Steve acepto la cerveza aunque no bebió.

—¿Cuándo vas a volver al equipo? Te necesitamos, nos están pateando el trasero juego tras juego.

Quiso decirle que pronto, pero nada era seguro. No quiso pensar en lo que haría si no podía volver al campo.

—No lo sé.

Kameron el dio una palmada en la espalda. —Vas a volver —dijo con firmeza—. Te estamos esperando.

Las chicas y Evan terminaron la noche con una obra de teatro, donde representaban a los fantasmas de la navidad. Obligaron a Kameron para que participara cuando el oso de felpa no pudo repetir sus diálogos.

—¿Qué es eso? No dejas de sonreír —le dijo April.

Steve aprovecho que el semáforo estaba en rojo para tomar su mano y dejar un beso en el dorso.

—Soy feliz.

Ella sonrió en respuesta.

—Casémonos —podía ser la cuarta vez que lo pedía.

—En unos años.

Steve soltó una risa baja que la dejó maravillada.

—Bien. Te lo preguntare el siguiente año.

—Primero tienes que aprender a convivir con los Brooks.

—Me parece bien.

—Y tienes que volver a jugar. Todos se preguntan cuándo volverá el gran mariscal de campo, extrañan ver tus jugadas.

—April.

Ella lo miro curiosa.

—Eres mi máxima jugada —dijo con toda sinceridad.

—¿Cómo? —la voz se le quebró ligeramente—. Creo que quien hizo la primera jugada fui yo. No te quedes con el crédito.

—Entonces gracias por estar en mi vida.

—Hoy, mañana...

—... y los días que vengan —completo él.

Estaba de nuevo en casa.


Capítulo editado en febrero, 2023. 

Máxima JugadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora