Preparativos.

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Yuzu llevaba algunos días en la misma situación, tenía casi todo listo para poder volver a Japón, aunque estaba estresada y cansada. La abrumaba la selección de personal que tenía que dejar listo y capacitado para que se hiciera cargo de esa sede cuando ella se fuera.

Su personal de confianza iría con ellas, que eran su secretaria personal y algunos administrativos, Matsuri tenía su departamento de desarrollo y Harumin uno de moda, la empresa que Yuzu dirigía se dedicaba a la tecnología, sin embargo, ella había invertido en los sueños de sus amigas. Ellas le habían correspondido haciendo que las marcas que habían creado de desarrollo y moda, bajo la firma de Okogi Inc., fueran las más reconocidas del mercado.

Yuzu estaba más que satisfecha y orgullosa de ambas, de hecho, ése año estaban por independizarse, pero con todo lo que estaba pasando simplemente tuvieron que retrasarlo y crear un nuevo plan de negocios.

Por otro lado, sus dolores de cabeza se incrementaban cada vez que veía entrar a Harumin con los nervios de punta y los ojos llorosos, diciendo que no podría soportar que alguien la odiara, que si Aihara Mei la odiaba era su culpa y solo de ella.

Yuzu solo la abrazaba tratando de consolarla, acariciando su espalda suavemente, diciéndole que no se preocupara, que ella ya la había perdonado y que probablemente a Mei no le importaba ya, todo para que finalmente se quedara dormida en un pequeño sofá que tenía en su amplia oficina, después de todo el show que ya llevaba algunos días sucediendo, llamaba a Matsuri para que fuera por su prometida.

Si, Harumin y Matsuri estaban comprometidas, querían casarse pronto y eran inmensamente felices. Matsuri había llegado dos años después con ellas, cuando terminó el instituto; un año después Harumin y ella comenzaron a salir, lo que significaba que ya llevaban dos años en un noviazgo que, aunque había tenido sus altas y bajas (mayormente provocadas por Matsuri), era lo suficientemente fuerte y lleno de amor para unir sus vidas para siempre.

Harumin y Yuzu habían intentado salir en el pasado, pero rápidamente se dieron cuenta que esa relación no iba en buena dirección, habían intentado que todo funcionara cuando el pequeño Ikki llegó a sus vidas... ese niño las había enamorado desde el primer momento en el que lo vieron, pero muy pronto se dieron cuenta que era inútil.

A Yuzu le hacía mucho bien recordar esos meses de relación que tuvo con su mejor amiga, fue feliz pero siempre le falto sentir toda la inmensa variedad de emociones y sensaciones que sentía cuando estaba con Mei.

Ella nunca pudo sacársela de la cabeza, después de que tomaron la decisión de que estaban mejor siendo amigas, Harumin le confesó a Yuzu que había visto a Mei meses atrás, que no había hablado con ella pero que parecía desesperada cuando la buscó con la mirada y después de que las viera a ellas con el bebé, se veía destrozada. Le dijo que solo la vio correr fuera del parque, y para no tener cargo de conciencia, también le confesó que le había dicho que había llegado tarde.

Después de eso Yuzu estuvo enojada con Harumin por algunas semanas, era consiente que Harumin tenía razones más que suficientes para querer a Mei lejos de ella, pero, aun así, le dolió la idea de que Mei se hiciera una idea equivocada de ellas, aunque no lo era tanto en ese tiempo.

Después de algunos meses pensándolo mucho, atormentándose de nuevo con sus recuerdos, decidió ir a verla, si la había buscado era por algo, ¿no? Reservó un boleto de avión a Japón sin avisarle a nadie, no necesitaba que Mei se enterará y se escondiera de ella, en ese momento tenía casi tres años sin verla.

En cuanto llego la fue a buscar a la academia Aihara, tenía el nerviosismo a flor de piel, ¿y quién no? Todos tendríamos el corazón en la boca en una situación así, Yuzu sentía que cada paso que daba le costaba caminar un poco más, estaba preparada para escuchar sus razones y saber por qué la había buscado, ella ya había tenido suficiente de pelear con Mei.

Citrus: Volver a verteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora