Verdad.

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Mansión Aihara.

—Bien Yuzu, cuéntame lo que ha pasado en tu vida durante estos cinco años —pidió su madre.

—Bueno... —la rubia no estaba segura con qué empezar, habían sucedido tantas cosas...

—Pero primero, ¿dónde está Harumin? Pensé que vería a mi nuera aquí. —preguntó Ume extrañada.

Yuzu se sobresaltó por lo que dijo su madre, por lo menos ahora tenía un punto de partida.

—¿Nuera? ¿En serio mamá? —fue lo más inteligente que salió de ella, levantó una ceja.

—Pues claro, Yuzu, no me digas que después de tanto tiempo aún no te casas con ella —dijo Ume con un ligero tono de molestia por la falta de compromiso de su hija.

—¿Por qué debería de casarme con ella? Es mi mejor amiga, nosotras nunca podríamos tener otro tipo de relación. —aclaró Yuzu—. Al menos no ahora que ya lo hemos descubierto.

Ume parecía muy confundida ante estas palabras, no podía creer lo que estaba oyendo, ¿con qué frecuencia tienes hijos con tu mejor amiga? Eso no era solo por amistad y ella lo sabía.

—¡No me vengas con eso Yuzuko Okogi! —jaló molesta la oreja de Yuzu, la rubia se quejó, pero no se movió sabiendo que sería peor resistirse que solo aguantar—. No puedes simplemente tener hijos con una chica y después lavarte las manos diciendo que es «tu mejor amiga» —apretó su agarré y ésta vez la rubia soltó un pequeño chillido de dolor.

—¡No me estoy lavando las manos! ¡Harumin no es la madre de mi hijo, por eso no me casé con ella! — gritó Yuzu con una mezcla de dolor y molestia, ya sabía de qué hablaba su madre.

Ume no había hecho otra cosa que sorprenderse durante todo el día. Primero el hecho de que su hija la llamara después de tanto tiempo, y no conforme con eso, se da cuenta de que está en Japón para después de unas horas verla personalmente, y enterarse que la que creía que era la madre de su nieto, en realidad no lo era

—¡¿Qué dijiste?! Explícate por favor —pidió un poco más calmada y finalmente soltó la oreja de Yuzu, que ya tenía algunas lágrimas en los ojos.

La rubia se limpió las lágrimas de la cara con el dorso de la mano, iba a hablar, pero Ume la paró haciendo señas para que la siguiera, seguían en la entrada prácticamente, así que se dirigieron a la cocina para que la mayor preparara té, le hizo un gesto a su hija para que continuara.

—Mamá, lo que Mei vio fue un malentendido —aclaró finalmente.

Ume abrió grandes sus ojos y la miró, parando un momento lo que estaba haciendo, ¿Yuzu sabía que Mei la había ido a buscar? ¿Por eso había regresado? Pero primero, lo más importante.

—¿Cómo que malentendido? —con eso Ume esperaba que Yuzu entendiera que necesitaba extender su explicación.

Se acercó con el té a la isla que estaba en medio de la cocina, se sentó en un banco justo al lado de su hija. Le ofreció la taza de té que Yuzu aceptó alegremente, luego le prestó atención.

—Bueno... Es cierto que en ese tiempo Harumin y yo estábamos intentando algo, —soltó sorbiendo un poco de té—, no sabíamos bien a dónde dirigir la relación, así que solo lo dejamos ser —recordó—. Sobre todo, cuando Ikki llegó a nuestras vidas —sonrió agradecida por eso—, pero nos dimos cuenta de que eso no iría a ninguna parte. Así que finalmente lo dejamos, decidimos que estábamos mejor como amigas que como novias. —suspiró— Pero, cuando Mei me buscó, fue en ese limbo entre si iba a funcionar o no, Harumin vivió conmigo todo lo que pasé y sufrí porque Mei se fue, ella quería que Mei dejara de hacerme daño, por eso cuando la vio creyó que sería mejor alejarla de mí.

Citrus: Volver a verteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora