2. Niñero Meliodas.

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Ahora que Harlequin había elegido a quien lo cuidaría, todos se dispersaron a hacer sus quehaceres, mientras que Meliodas miraba a King, el cual seguía sentado en aquella mesa, sin dejar de abrazar su almohada, aún seguía desconfiando de aquellas ...

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Ahora que Harlequin había elegido a quien lo cuidaría, todos se dispersaron a hacer sus quehaceres, mientras que Meliodas miraba a King, el cual seguía sentado en aquella mesa, sin dejar de abrazar su almohada, aún seguía desconfiando de aquellas personas, pero aquel rubio le traía cierta curiosidad.

—Veamos pequeño King, ¿Qué te apetece hacer hoy? —pregunto con su característica sonrisa.

Harlequin se quedó callado por unos segundos, su mente de niño no sabía que podía decir, ya que solo se encontraban tres opciones, las cuales eran, dormir, jugar y comer, pero más se iba a la primera, le gustaba dormir.

— ¡Dormir! —exclamo alegre.

Meliodas soltó una risita, de por si eso le facilitaba las cosas, y mucho, ya que no miraría a aquel castaño por un largo rato, ya que solía dormir mucho y no hacer nada, por algo era conocido como el pecado de la pereza.

— ¡No, no puedes dormir! —bromeo Meliodas, cerrando sus ojos. —primero debemos hacer algo para que puedas dormir después.

King se volvió a quedar callado, sus pequeños pies se movían para adelante y para atrás pensando en algo que hacer con aquel rubio, no había muchas opciones, y tampoco se quería cansar, ya que no volaría, sino que caminaría.

— ¿comer? —dijo con duda en sus palabras, mientras miraba a Meliodas con curiosidad.

El rubio soltó una risita ante eso, a sus ojos el pequeño King se le hacía tierno, no era como el de antes que lo quería matar, era casi mejor, ya que no era fuerte sino que era una inocente hada que estaba descubriendo el mundo.

Y eso volvía feliz a Meliodas, ya que al menos no terminaría siendo asesinado por aquella hada.

— ¡Esta bien! —exclamo con alegría. —Ban, ¿podrías hacerle algo a King?

—No. —respondió rápidamente. —Tú lo estás cuidando, tú tendrás que ingeniártelas para darle algo de comer.

—No creo que sea buena idea eso. —opino Diane, ella sabía muy bien lo horrible que era aquella comida de su capitán.

— ¿Por qué no? —pregunto el hada curioso. — ¡De seguro Meliodas-san cocina delicioso!

—Escuchaste capi, el pequeño King se muere por probar tu comida. —una sonrisa burlona apareció en su rostro, enseñando sus colmillos, Meliodas aguanto las ganas de golpearlo.

—Me las cobraré, zorro estúpido. —una mirada asesina de parte del rubio fue dirigida a Ban. — ¡Esta bien pequeño King, te preparé algo de comer!

King al escuchar eso se alegró, para luego bajar de la mesa y sentarse en la silla de madera que tenía aquel lugar, Meliodas trato de tener una buena compostura y no pedirle ayuda a alguien, el mismo sabía lo mala que era su comida, pero no quería aceptarlo y por eso quería darle algo de comer a aquella hada.

¡Harlequin es un bebé!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora