sex tape

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Hueningkai se lanzó desde la azotea.

Algunos dijeron haberlo visto murmurar, otros dijeron que ya estaba muerto incluso antes de lanzarse. Yeonjun fue el único que no dijo nada.

Un video había sido difundido en su escuela. En él aparecía huening manteniendo relaciones con tres chicos. A yeonjun le pareció emocionante compartir a su novio con algunos de sus amigos. Más que un deseo, era un reto para él. Debía demostrarse a sí mismo y a los demás que podía doblegar a aquel chico. El menor lo amaba, y él presionó lo suficiente para que aceptara.

Lo demás fue simple: esparcir el video por toda la escuela. De ese modo todos comprobarían su poderío, la influencia que yeonjun podía tener sobre aquel sumiso chico. Entonces se llevaría los aplausos y la fama.

Lo que no estaba previsto fue que las burlas despedazaran a kai. Para él las consecuencias se extendieron a perímetros más amplios: su familia, sus amistades, los docentes. Su espalda soportó demasiado peso, su delicado equilibrio disminuía con cada insulto, con cada estallido de carcajadas. Cada insinuación y señal despectiva le quebraba la piel, todas las espaldas del mundo se giraron simultáneamente para él. Las voces de su escuela le otorgaban títulos diversos, aunque, en resumidas cuentas, todos significaban lo mismo: un fácil, un regalado... una puta.

Al final, la muerte parecía más ligera que la vida, así que se dejó caer desde el techo.

Yeonjun no recibió ningún reclamo después del incidente, pero la culpa bailaba todas las noches dentro de su cuarto. El mundo no le reprochaba la muerte de kai, pero su mente sí. En la escuela nadie lo veía como el monstruo que él mismo se sentía, pues los ojos de los demás preferían simplemente no mirarlo. Los adultos evadían el tema, las chicas posaban su mano en el hombro de Changbin en señal de apoyo, pero lo hacían dudosas, como si no estuvieran seguras de por qué lo consolaban exactamente.

Una tarde, yeonjun caminaba regando sus pensamientos por la acera. El silencio se quejaba por cada paso que daba. La calle parecía triste, amarga, acabada... igual que huening en sus últimos días. Las ventanas cerradas de los edificios protegían el mundo privado de cada habitante en la ciudad. El color gris pintaba el cielo, como si quisiera provocar el llanto de alguien.

Un auto se acercó en sentido contrario al de los pasos de yeonjun y éste lo reconoció inmediatamente. Incluso antes de poder ver el rostro del conductor, yeonjun sabía perfectamente quién era: el hermano mayor de kai.

Pudo haber huido, pero sintió que debía quedarse. En cierta manera, necesitaba que alguien lo castigara para aliviarle generosamente la culpa. Una paliza hubiese estado bien, sería entendible, aceptable.

Pero el hermano de kai tenía una idea más elaborada.

[...]

Un video se esparció por toda la escuela, esta vez, con yeonjun como protagonista. Estaba parado sobre una silla, atado de las manos y con una cuerda alrededor del cuello, la cual parecía una serpiente hecha de cáñamo. Un personaje con pasamontañas aparecía de la nada y lo miraba con un odio capaz de provocar incendios.

Después de unos segundos de tensión, el pie del encapuchado pateaba furioso la silla y el cuerpo de yeonjun quedaba suspendido.

El video fue visto por todos en la escuela, pero hubo una diferencia palpable: nada de burlas ni comentarios. El silencio rigió en las bocas de los alumnos. De pronto las palabras eran un peligro, un tabú no declarado.

A yeonjun nadie lo llamó fácil, ni puta, ni le dedicaron dibujos obscenos en la pared del baño.

A yeonjun nadie lo llamó fácil, ni puta, ni le dedicaron dibujos obscenos en la pared del baño

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