Capítulo 10

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Alex Benet

Me encontraba tirada en mi cama pensando que hacer y como actuar.

Estaba demasiado triste, no entendía porque se alejaban de mí "¿Qué hice mal?", me lo preguntaba una y otra vez.

Me abracé a mi misma y comencé a llorar mientras imaginaba que estaba en los brazos de mi papá, lo extraño tanto.

- ¿Sabes lo que es perder al único ser al que amabas tanto e incluso daría el mundo por él? - Me decía mi madre, con una voz oscura y ronca.

Ella estaba sentada en una mecedora, la cara apenas se le veía.
Estaba todo oscuro y la habitación no lograba reconocerla.

- Sí, sé lo que se siente. Tú no fuiste la única que perdió a un ser querido al cuál amaba - Le dije, estaba llorando.

- ¡No mientas, tú no sabes nada. Todo es tu culpa, eres una inútil! - Me estaba gritando, se notaba el dolor en su voz.

- Mamá, yo también perdí a mi papá. No sos la única aquí que sufre su pérdida - Quería que se calmara, pero ella lo único que hacía era gritar.

- ¡Todo aquí es tu culpa, sos una maldita. Él no estaría muerto si no hubiera sido por ti! Te odio y deseo que estés muerta, buena para nada! - Salio una leve sonrisa de su rostro casi notable por la oscuridad, mientras que con su mano sacaba algo filoso.

Me desperté sobresaltada y confundida, sentía mi corazón latir muy fuerte hasta llegar al punto que parecía que iba explotar.

Todo había sido un sueño, pero se sintió demasiado real.

Me puse a llorar de nuevo, al recordar las palabras de mi madre. ¿Todo era mi culpa? ¿La muerte de papá fue por mí? ¿Necesito morir?.

Todo lo que quería en este momento era un abrazo, pero no había nadie a mi lado para poner su hombro y ayudarme a calmar.

Seguí despierta hasta que se hicieron las 7:00am, bajé para hacer el desayuno e irme lo más temprano. No quería que Eduardo me viera.

Llegue temprano al colegio, así que me senté debajo de un árbol que estaba en el patio e intenté dormir un poco, pero no podía sacar de mi mente lo que soñé la noche anterior.

Después de que tocó el timbre, me fui al aula sin ver a nadie. Estaba con la cabeza gacha y con pocas ganas de vivir.

Llegué y me senté en el asiento de atrás, no miré alrededor y tampoco intenté ver si Mateo había venido o no.

Tocó el recreo y salí en busca de Isak, él es el único que nunca me abandona.

- ¿Te encuentras bien? - Me preguntó preocupado- Lloraste - No lo preguntó, lo afirmó.

Seguramente mi cara estaba echa un asco, ni siquiera me tomé el tiempo de fijarme cuando me había lavado la cara.

- Sí - le respondí sin dar vueltas y con nudo en la garganta.

- ¿Por qué? - Me preguntó preocupado.

- Soñé algo feo y siento que no doy para más - Le dije llorando, mientras lo abrazaba y él me correspondía el abrazo.

- ¿Que soñaste? - Me preguntó, mientras me alejaba un poco para secarme las lágrimas esparcidas por toda mi cara.

Le conté todo sin olvidar ningún detalle. Al terminar, él solo me abrazó y me dijo que todo estaría bien, que no tenía la culpa de nada y que siempre estaría para mí.

- ¿Estás bien, Alex? - esa voz era de la misma persona que una semana atrás me ignoró e hizo como si yo no existiera.

Un Abrazo Es Todo Lo Que Necesito Donde viven las historias. Descúbrelo ahora