Amanda Brighton. Ésa soy yo. La que está ahora mirándose al espejo mientras se cepilla su pelo claro y liso. Tampoco es que caiga sin gracia, pero lo tengo perfectamente cuidado. Me coloco una diadema de color rosa claro que me va con mi blusa de casi el mismo color. Después me pongo las manoletinas grises tras los vaqueros de color claro.
Bajo las escaleras hasta llegar a la cocina. Allí no hay nadie, por supuesto, como es habitual. Cojo una manzana y le doy un bocado. Después cojo la mochila que descansa en el suelo del recibidor, apoyada en la pared. Tras colgármela en el hombro, miro distraídamente hacia el salón donde mi padre está hablando por teléfono. Esta vez habla en español, un español perfectamente cuidado y ejercitado. Casi tan perfecto como el que yo hablo, aunque tampoco tenga mucho que ver. Levanto una mano y me despido de él. Él sólo me mira y se da la vuelta. Abro la puerta y salgo de casa.
Me meto en mi Audi plateado que me compró mi padre hace un par de meses. Me gusta el coche y además es bueno. Es un Audi TT Roadster y sé que no sale nada barato, como su consumo, pero también sé que mi padre se lo puede permitir. Doy marcha atrás y abro la puerta para coches que tenemos en el jardín. Pronto estoy en la carretera, de camino al instituto.
Intento aparcar lo más cerca posible y me bajo. Cojo mi mochila de tela blanca con adornos en cuero marrón y entro en el pasillo. Típico instituto: animadoras que caminan moviendo el culo y levantando ligeramente la falda, chicos de Rugby excesivamente ejercitados, los del club de ciencias, unos metiéndose con otros… Sé que no es el sitio donde debo estar, pero tampoco me queda mucho tiempo aquí. En clase me siento al lado de Jena, una chica que entró nueva el año pasado. No es que seamos amigas, para ser sinceros, no es que tenga demasiadas amigas, por no decir ninguna, pero al menos, nos llevamos medianamente bien.
Sacamos nuestras cosas para la primera clase: español. Sólo llevamos una semana de curso, pero nos el profesor nos reparte un examen que hicimos en los primeros días, para saber cuánto habíamos olvidado. Miro mi nota: diez. Por supuesto. Me siento algo contenta, pero tampoco me motivo demasiado: era lo que esperaba sacar.
El profesor de español, un hombre de unos cuarenta, con el pelo ya canoso pero rapado y simpático nos llama la atención.
-Alumnos, aunque sea con una semana de retraso –la gente comienza a escuchar- tenemos un alumno nuevo. -¿Alumno nuevo? No me dejo llevar por la emoción. Toda la gente que viene a este instituto apenas vale nada. Desvío la mirada hacia mi examen cuando el profesor abre la puerta.- Éste es Jake Hudson.
Él levanta una mano a modo de saludo con una media sonrisa. Debo admitir que es mono, pero tampoco nada del otro mundo. Lleva unos vaqueros algo gastados, converse y una camiseta blanca sobre la que se ha puesto una camisa de cuadros. Pienso que ese rollo está un poco gastado pero, como he dicho antes, no podía esperar menos.
Se sienta en uno de los huecos libres, en las últimas filas y noto que Nina, una de las chicas más populares del instituto se fija en él y empieza a hacerle comentarios a la que tiene al lado. Doy un resoplido. Por qué no me extraña.
Las clases terminan a las tres, pero yo aún no puedo marcharme. Tengo que resolver ciertas actividades extraescolares. Este año me han hecho directora del club de debate. Voy al aula 207 y en su interior veo a los mismos del año pasado.
-Hola chicos. Veo que no hay nadie nuevo –doy una pequeña palmada.- El profesor Finnigan me ha hecho directora puesto que, durante unas semanas, él no estará aquí. –Noto que la gente está algo incómoda, pero yo tampoco decidí ser la directora. O sí. Quizá le comenté la idea al profesor de que necesitaba que alguien consiguiera llevar las riendas del club mientras él se ausentaba. Alguien como yo.
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La historia de Amanda Brighton
Teen FictionAmanda Brighton. Así se llama esta joven chica que no encuentra su lugar en el instituto en el que se encuentra. A sus 17, piensa en que se acabe el curso lo antes posible para poder salir de allí. Aún no sabe qué hacer pero sí sabe algo en su vida:...