Capítulo IX

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El timbre que indica el termino de clases inunda con su sonido toda la escuela, el maestro es el primero en salir por unos asuntos que tiene en dirección, mientras todos están guardando sus cosas Daniel sale sin mirar a nadie. Pero justo en ese momento se escucha el sonido de agua cayendo junto a risas continuas. Carlos levanta la vista hacia el sonido y mira al chico de ojos azules totalmente empapado en la puerta, inmóvil, con la mirada baja pero sin reflejar emoción. 

—¡Venga Daniel! Lánzanos aunque sea una mirada de enojo— sonríe Brett.

El chico mojado no hace nada, se queda ahí, por su mente pasan muchos pensamientos donde quiere correr, huir de ese lugar pero a la vez siente que no puede hacerlo, de alguna manera se encuentra paralizado. Carlos toma su mochila en sus manos y se la lanza con furia a su amigo quien la recibe a duras penas en el estómago soltando un quejido de dolor.

—¡Que lo dejen en paz de una puta vez! — exclama furioso.

—¡Idiota! — chilla Aleena —¿estás bien amor? — pregunta viéndolo.

—Sí— tose.

El chico mira a su amigo y le avienta la mochila de vuelta pero Carlos la atrapa en el aire sin lastimarse.

—No te comportes así, no es para tanto, a todos les causó gracias— le restó importancia.

—¿Qué no es para tanto? — murmura.

Levanta su puño dispuesto a sestarle algún golpe pero el pequeño jaloneo de su sudadera lo hace girar, ve a Daniel quien lo está observando directo a los ojos, para los demás fue una mirada sin importancia pero para uno de ellos fue una forma de pedir ayuda y el otro supo cómo entender dicho mensaje,

—Esto no se quedará así— señala a los demás —les caerá el karma un día de estos gilipollas— asegura.

Toma la mano de Daniel y jalando con suavidad de ella ambos caminan hacia la salida, ya en el estacionamiento se detienen unos minutos donde Carlos lo mira para asegurarse de cómo se siente.

—¿Quieres decir algo? — pregunta acariciando su cara.

Sin duda los demás pensarían que es una escena cómica porque el chico menor tiene que estirar sus brazos para alcanzar al otro y levantar la vista para verle a la cara. Daniel niega mientras tiembla un poco, la temperatura que predomina en esa estación del año es fría así que seguro el chico se enfermará como no se quite la ropa mojada.

—Usa mi suéter— ordena.

Deja la mochila en el suelo y se quita el suéter lila que trae puesto, se lo extiende al otro pero este sólo lo observa. Carlos se toma el atrevimiento de ayudarle a quitarse la prenda más mojada haciendo que Daniel no luchara en contra pero sí sonrojándose un poco. De la misma manera le ayuda a ponerle su sudadera y le causa poquita gracia como las mangas le quedan cortas.

—Bueno... detalles, eso te pasa por ser un maldito poste— ríe.

Daniel mira hacia la calle, dentro del chico su corazón empieza a palpitar con fuerza y sólo quiere que esto se detenga, no le parece molesto pero le causa incertidumbre no saber la razón de por qué sucede eso.

—¿Te acompaño a casa? — pregunta.

—No— contesta.

Carlos lo mira sin entender, ¿no quiere su compañía? Que no piense el otro que lo dejará ir solo porque eso no va a ocurrir. Antes de que pueda seguir preguntando llega Lucas corriendo.

—¡Oh! Aquí están ¿nos vamos? — apresura empujándolos, suavemente con Daniel.

—¿De quién huyes Lu? — cuestiona Carlos.

—De nadie— canturrea —pero Daniel quiere ir a la tienda de comic ¿o no? — el nombrado asiente.

El castaño no entiende pero se deja llevar por las indicaciones de Lucas mientras agarra la mano de Daniel con firmeza para que este no se separe. Después de unos minutos caminando llegan a un edificio de color amarrillo con un montón de estanterías de diversos Comics.

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Firma:

LaDelCabelloAzul23♪

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