V
Siempre me gustó la luna, aun me encanta su luz, sus formas, todo. Desde niño me enamore de la luna, me enamore de las nubes que la rodean y de las que se atraviesan, verla me traía paz, tanta tranquilidad me hacía feliz, no importaba los años nuevos, no me importaba las actividades familiares ni nada me llamaba más la atención que cuando caía la noche. Habían noches sin lunas en las cuales no la veía y me quería morir al no poder encontrar paz ni tranquilidad. Esperaba la noche para verla sobre mi balcón, asomado a la ventana, caminando en las calles o donde sea que este y caiga la noche. Me encantaba y aun me sigue encantado verla, verla no tiene comparación con nada ni objetos materiales. Amo la luna como si ella fuese mi madre, amo la luna porque siento que su luz me protege de algo. Siento que hablamos y e reído mucho con ella, le cuento todo lo que pasa mientras ella no estaba, sonrió de tantos recuerdos y, existe una comunicación fuerte entre nosotros dos, un lazo que nos une, siento que yo permanezco en ese lugar, en la luna, siento que de ahí e venido, siento como me llama y como me pregunta cuando volveré. Amo todo de la noche menos las que no tienen lunas, me siento esas noche desprotegido sin su luz, me siento triste y es cuando más escribo cartas melancólicas, esas noche son horribles ya que siento que hay algo que nos alejas a los dos. Las nubes... Las nubes tapan su luz, tapan todo el cielo y es como si arroparan todas las estrellas que junto a la luna se encarga de iluminar mi alma mi vida y mis ganas de seguir viviendo en este mundo desamparado.
Diario de mi vida
