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Estiro la mano en la cama, buscando el cuerpo de Maia, pero no está, abro los ojos ante la sensación de soledad que se ha instalado en mi pecho, me levanto de la cama y me coloco un boxer antes de bajar las escaleras casi corriendo; al escuchar el sonido proveniente de la cocina mi corazón toma un respiro, levantarse sin Maia en la cama, no es algo que me haya gustado.

Me detengo en la isla de la cocina ante la visión de las piernas desnudas de Maia. Recuerdo la primera vez que la vi detenidamente, como una mujer y no como una niña, Maia tenía 16, enfundada en un short de mezclilla, sus hermosas piernas se me antojaron eternas, su cabello azabache comenzaba a rozar apenas sus senos, para ese entonces tenía las puntas pintadas de azul, mi color favorito. Yo tenía 19, y me sentía como un pervertido, ella era la niña pequeña de la casa, y a pesar de que siempre la había visto como tal, no podía dejar de pensar en sus bonitas piernas. Me gane más de una ducha fría para ese entonces.

Una vez mamá la invitó a pasar el fin de semana en la casa, por su puesto fue un fin de semana en el que yo estaba de regreso de la universidad con unos amigos, verla en un bikini, un pedazo de tela tan minúsculo fue difícil para mí, un par de tetas pequeñas y perfectas y esos pezones erectos que me moría por probar, me volví loco, sobre todo porque mis amigos también la notaron y yo no era el único con una erección entre los pantalones, pase todo el fin de semana cuidandola como un perro, me di de bruces con la verdad, joder Maia me gustaba, y me gustaba mucho, pero no podía. No podía joderlo con ella, me enfoque en la universidad, para no pensarla, no desearla, ella era intocable, era la niña de Antuan, así que, comence a coleccionar rubias y una que otra castaña, las morenas me gustaban si, pero me recordaban un poco a Maia, al menos hasta el verano en el que ella cumplió los 18. Luego de eso no he podido tocar una sola mujer sin pensarla.

Creo que ella no lo recuerda, no lo sé, pero no es la primera vez que la tengo encima de mi; esa noche, en su cumpleaños número 18, la conseguí en la caseta pequeña que está al lado de la piscina, sentada en unos de los sofás, su mirada era una mezcla entre tristeza y felicidad, como si a pesar de todo le faltase algo, enfocó sus bonitos ojos pardos en mi y sonrió, una de esas sonrisas espontáneas que he podido ver muy poco en los últimos años

- Lucca
Mi nombre saliendo de sus labios fue la gloria
- Hola preciosa, de quién te escondes?
- No me escondo, tan solo pido deseos, su cabello negro cayendo en cascada por sus hombros.
- Que deseas Maia? Para este punto estoy sentado a su lado en el pequeño sofá, atraido hacia ella, como siempre me he sentido, el calor que emana su cuerpo me llama. Su mirada se dirige a mis labios, y en un segundo puedo deducir lo que está pensando, quiere besarme y yo a ella, pero no puedo, así que cuando se voltea por completo y se sienta a horcajadas sobre mi, no puedo más que emocionarme, en todo el sentido de la palabra, mierda Maia me gusta mucho y esto es más de lo que me límite de tolerancia puede manejar
- Estás tomada preciosa, mañana te vas a arrepentir de esto
- Mmmmmmm no Lucca
Su boca está en mi oído, y la erección en mis pantalones es más que palpable
- No me arrepentiré, es uno de mis deseos

Dios muchas cosas pasaron esa noche, tengo un montón de recuerdos, algunos más nítidos que otros, su mamá, Aithana me vió una circunstancia difícil de explicar, su rabia, lo que decían sus ojos, nunca le he caído bien, pero esa noche, esa noche se quitó la máscara

- Que le hiciste a mi hija?
-No le he he hecho nada Aithana
Furia, es la expresión de su cara, pura Furia.
- Sal de mi casa Lucca y nunca jamás vuelvas, ni te acerques a Maia, me encargaré personalmente de que te arrepientas de todo, de que te odie, te deteste, te quiero lejos entendiste, lejos, no eres nada, no quiero que la llames que la busques, mi hija te queda grande, ella no es una de las putas a las que estás acostumbrado! fuera!

Y eso hice, salí de ahí, molesto, con rabia porque permití que pasará lo que me había prometido no iba a pasar, probé un poco de Felicidad con ella, esa que tenía para ofrecerme y la Felicidad me duró poco.

Con el pasar de los días, espere un reclamo una llamada, tanto de Mamá, como de Maia pero ninguna de las dos llegó, entendí que Aithana no había dicho nada a nadie acerca de lo que había visto, pero y Maia, no se acordaba ella de nada? Dios, mis besos no le valían de nada? No había significado nada para ella? Aithana también la amenazaría a ella?.

Las noches se volvieron eternas y volví a la colección de rubias, para nada, porque en todas veia a Maia, a todas me las follaba soñando con los labios de mi Preciosa, de mi bonita. No fue si no hasta 6 meses después cuando volví a casa, con la rubia de turno guindada de mi brazo que la vi, la primera mirada con la que me tope al entrar a la casa fue la de Maia, con sus grandes ojos pardos observando a la mujer que iba a conmigo, pude ver cómo algo dentro de ella se rompía.

Después de eso nada fue igual, solo palabras cordiales entre nosotros, a pesar de los múltiples intentos de Mamá y Rael de juntarnos.
La he visto más veces de las que ella cree en los últimos años, algunas veces colgada del brazo de un idiota con el que estudió, también la he visto besándolo, abrazándolo y mi corazón se ha estrujado cada vez que la veo hacerlo, riendo con él, siendo feliz, tomando lo que es mío. Pero ya no más, no me importa si es su novio, Maia es completamente mía ahora, y no me va a importar nada ni nadie está vez.

Vuelvo al presente cuando la veo voltearse, está preparando desayuno, la sonrisa en su cara me genera paz, joder cuánto quiero a esta mujer, está vez no la cagues Lucca, es tu oportunidad de hacer las cosas bien.

No la cagues Lucca....!

MaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora