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Otoño.

Ese frío evento que maneja la copa de los arboles en un leve danzar indicando que las fechas de invierno se acercaban más y más, los pajaros comenzaban a emigrar a otros lados al igual, que otras especies animales recolectaban sus alimentos para esas duras fechas donde comida, faltara.

Un azabache de casco blanco caminaba asustado a casa de su líder empuñando fuertemente un arco encantado, había recibido una llamada insistente del amante del morado convocandolo a una reunión.

Alex pensó que debía tratarse de su puerta una vez más, ya que, tradicionalmente cada semana conseguían explotarle la puerta a su líder y dios en aprendizaje que aún no descubría a los tontitos que desmadraban su puerta.

—Joder, si me llamó para la puerte, juró que él siguiente sere yo—Dijo para sí tras soltar una fuerte carcajada en el medio de la nada.

Extrañamente, por su cabeza llegó un recuerdo donde protagonizaba un chico hibrido que no le hablaba hace un montón.

¿Por qué dejó de hablarle a tal castaño?

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Si retrocedemos en el tiempo, un par de meses antes todo el pueblo de Karmaland había un rastro de caos a causa de una terrible banda criminal que destruían ese sitio como se les antojasen.

Nadie habían logrado atrapar a esos seres infrahumanos e insensibles que acribillaban a cualquier pobre citadino que no molestaban a ninguna mosca.

A puertas del pueblo un ejambre de calor nació por una explosión encontra del ayuntamiento teniendo la perdida física de la secretaria general del alcalde que llevaba un buen rató sin aparecer.

¿Quién es tan irresponsable para abandonar a un pueblo en pleno crecimiento? Cerdus Gil fue capaz al escuchar los primeros saquedos de dos grupoa criminales más potentes de Karmaland.

Pero, no tan potentes para el comisario Alexby.

El azabache se mantenía firme detrás de unos barrotes anti-explosivos estudiando las fortalezas de sus tres enemigos, más exactos, la hermandad oscura; maldecía en voz baja por la ausencia de su fiel compañero.

Sus amigos no sabían donde carajos había ido Fargan a sabiendas que iban a emboscar a los criminales más grandes del poblado, quedando solo contra tres individuos que aparentemente, conocían cada movimiento de los ciudadanos.

Alex no era idiota, tenía que salir adelante cueste lo que cueste sin importar, si moría defendiendo a Karmaland provocando embozar una enorme sonrisa altanera que desconcentró a su cuerpo policial tachandolo como loco.

"—¡Jefe! ¿Que hacemos?—Preguntó un policía de nombre Omar sosteniendo un fusil en sus dedos.

Alex dirigió su mirada a esos tres payasos colocando minas permitiendo a su mente brillar cuando bombilla con idea.

—Necesitamos un lanza-granadas—Expresó el comisario recibiendo miradas de reproche.

Los demás cabos negaban la idea loca de su comisario, pensaron que él estres de no tener al primer oficial al mando terminó por volverlo loco, pero, el azabache no aguantó la incompetencia de sus policias retirandose el casco de su rostro lanzandoles una última mirada.

—¡Obedezcan, inútiles!—Chilló recibiendo inmediatamente respuestas.

Quería dejarles pensar que auyentaron a los policías, cuando en verdad el tenía un truco bajo la manga que terminaría de fusilar a esos tres hijos de perra que masacraron a tanta gente en tan relativamente, poco tiempo.

Sin Nombre | [Fargexby]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora