Sin Nombre | [Fargexby]

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La primera mañana de Alex en el pueblo maldito llegó en menos del cantar de las aves fijando su vista en un moreno de tatuajes cambiarse estrategicamente sus prendas para iniciar su día con entusiasmo.

Aquella noche fue un infierno a su pensar por tener como disco rayado la situación del segundo mentor optando a ignorarlo siendo el mejor de los casos, no le daría el gustó de verlo mal y por ello:

¿Porque no ignorarlo?

Se dispuso a colocarse una camisa manga larga de tonalidad azul rey mientras cruzaba por su pecho la correa que reposaba su espada, tenía una bermuda azul más claro caracteristica de él, unos zapatos deportivos negros y sin faltar, su casco de Stromtrooper.

—Estas D-i-v-i-n-o—Alardeo frente un espejo simulando un sonido de llama apagarse.

Estaba listo para iniciar su día a lo que comenzó a dirigirse a las afueras de su "fortaleza" en busqueda de sus compañeros y amigos que debía entrenar.

Aún no conocía del todo ese pequeño pueblo teniendo miedo de confundirse de camino y terminar yendose a la otra punta del mapa, agradecía fuertemente que la exploración sea compleramente legal en esas tierras porque no le gustaria emputarse tan rapido apenas llegar.

Sus pasos fueron firmes antes las colinas de tierras que se permitió caminar lentamente para deleitar su vista, era algo subrealista esas imagenes, quizás a Luzu le gustaría ese tipo de vistas incluso a Jimmy se lo imaginaba correteando por esas praderas.

Todo era sumamente perfecto en ese lugar, a excepción de las maldiciones.

—¡Buenos días, chaval!—Dijo una feliz voz a sus espaldas encontrandosé a Lexosi con una espada en mana acompañado de un caballo negro.

—Pero bueno, Lexosi ¿A quién robaste?—Burloneo Alex recibiendo una carcajada ajena.

—Había salido a farmear un poco y encontre a este animalito ¿No es una pasada?—Chillo el de mascara acariciando a su peludo amigo.

Esa charla empezó a funcionar terminando ambos chicos dirigiendose a la casa de uno de los menores del grupo para digustar un desayuno nutritivo, el de aspecto de tomate relató durante el trayecto que acostumbraban todos desayunar juntos antes de partir a las misiones causandole ternura al policía.

Alex sabía que no había amistad más real que la de esos cuatro chicos que antes de conocerse pasaron dificiles etapas de su vida, desde muertes memorables hasta encerronas, y gracias a los dioses, estos chicos tienen un hogar digno entre ellos, cosa que admiraba mucho el menor.

Al finalizar el recorrido, entraron entre risas a la morada de Jesús divisando a esos tres mencionados acomodando una pequeña mesa tras saludar entusiasmados a sus invitados más esperados.

Sin embargo, Alex no quería sentir como un mal tercio en ese grupo optando a ayudar a los chicos a pesar que decían estar bien todo el lugar pero, la insistencia del menor era suficiente para que un castaño le indicará que lo acompañara a buscar el desayuno en la cocina mientras el resto acomodaba.

—Entonces, ¿Como pasaste la noche, Alex?—Pregunto Jesús pasandole a las manos de su acompañante un par de platos con sus cubiertos.

—Muy bien, no es como estar en casa pero, tengo mis comodidades—Respondió concentrado en llevar todo a la mesa.

Por alguna razón, Jesús lo miraba con una sonrisa nerviosa como si estuviera ocultando algo.

—¿Algo ocurre, idiota? No te había visto así desde que rompiste con Ruperta—Menciono nuevamente Alex dejando en los platos en el comedor principal.