Pasar tiempo con Zarpa de Sombra le había sentado muy bien a la aprendiza.
Al principio pensó que la llevaría a comer junto a sus otros compañeros aprendices, pero se sorprendió cuando luego de tomar sus presas el gato cambió su ruta hacia el exterior de la base Este.
No se alejaron mucho, solo lo suficiente como para que el canto de las aves y las hojas mecidas por el viento fuera lo único que inundara sus sentidos.
Tomó asiento bajo una raíz que se curvaba cerca de la base del tronco, formando un arco con la anchura suficiente para que dos pequeños gatos se acomodaran con seguridad.
El aprendiz depósito su perdiz en el suelo, para luego mirar a su compañera con media sonrisa.
—Pensé que no te gustaría estar rodeada de muchos gatos por ahora, así que estuve buscando toda la mañana unos buenos lugares para comer con tranquilidad—. Amasaba el suelo con sus patas, mirándola con timidez en espera de su aprobación.
La aprendiza apreció el gesto de su compañero, restregando su cabeza en el lateral de la barbilla de su compañero. Un lenguaje antiguo para mostrar aprecio, sentimientos o mensajes que no requería de palabras para expresarse. Todos los gatos lo conocían, y era muy efectivo cuando se requería de sigilo y silencio. Desde sacudidas de cola y orejas indicando la posición y el tipo de presa, hasta los cabezazos y lengüetazos que compartían los líderes con los guerreros y aprendices que serían nombrados, ese lenguaje de señas había existido desde el nacimiento de los clanes, muchísimas lunas atrás.
Cojeó un poco hasta acomodarse a su lado y procedió a comer su carpintero con calma, procurando estirar su pata herida para que no escociera. Por el rabillo del ojo podía notar como su compañero lanzaba miradas fugaces a su pata y cara, dónde la cicatriz que atravesaba su hocico ya había cerrado, cubierta por una costra que no daba un aspecto muy bonito que digamos.
—Mi pata ya está un poco mejor, Cola de Zorro dice que debo evitar esforzarme, y que si sigo sus instrucciones podré volver a entrenar en menos de una luna— Maulló, sin levantar la mirada de su presa.
Notó como la figura semi-erguida del aprendiz se relajó considerablemente, meneando la cabeza en aprobación.
—Me alegra escuchar eso. No me imagino quedarme sin entrenar por mucho tiempo, en especial en un subcampamento dirigido por Mancha Nocturna—. Dijo, divertido.
La aprendiza soltó un quejido bajo al respecto. Los aprendices que tenían heridas con necesidad de un tratamiento más largo debían hospedarse cerca de la guarida del Herborista de su campamento, dónde pudieran ser vigilados constantemente para asegurar la sanación correcta de las heridas. Eso significaba, que mientras sus compañeros seguían con su entrenamiento, ella debía quedarse junto al cascarrabias de Mancha Nocturna hasta que le diera de alta.
Zarpa de Sombra le dió un empujoncito amistoso. —Venga, no será tan malo, pasaré a visitarte seguido si eso te hace sentir mejor. Hasta podría enseñarte algunas técnicas de sigilo y combate que conozco—. Animó.
La aprendiza agradeció en silencio a su compañero. La verdad es que no iba a disfrutar para nada quedarse quieta por mucho tiempo, pero necesitaba descansar, y urgentemente, pues no había podido conciliar bien el sueño desde que.....eso.....sucedió.
Su compañero notó el repentino cambio de humor en la gata, dándose una idea de lo que pasaba por su cabeza. A estas alturas no sabía cómo podría ayudarla a sentirse mejor, así que apenas terminó de devorar su comida, se acercó a la aprendiza esparciendo suaves y reconfortantes lametazos por su cabeza y omoplatos.
Compartir lenguas era algo de lo más normal entre los gatos de clan. Fortalecía los vínculos de camaradería y confianza, además recibir un buen baño profundo.
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Los Gatos Guerreros: El destino de Nube Plateada
Fantasiahace mucho tiempo, en una tierra de altas montañas, realzadas por el frío e imponente volcán durmiente, que parecía llegar hasta el manto plateado en las noches claras, existían tres clanes que convivían juntos; Estos clanes eran el Clan de las Nube...