Billie Eilish - My Strange Addiction
Volví a mantener las distancias con Jimin y, a pesar de eso, cada noche soñaba con él. Lo peor de todo era que ahora sabía que también él se sentía muy atraído por mí.
Después de lo de Jungkook, lo encontré repasando el expediente del divorcio de los Howell y lo reñí por haberme besado. Jimin me plantó cara —la verdad es que no había esperado otra reacción— y me dijo sin rodeos que se sentía atraído por mí y que no le importaría averiguar hasta dónde llegaba esa atracción. Cuando lo oí decir eso, estuve a punto de correrme.
Al parecer, él había estado a punto de casarse con un tipo que había cometido la estupidez de serle infiel. Jimin había roto el compromiso con el tal Jackson, un hombre al que yo no descartaba darle un puñetazo en el futuro, y había decidido mudarse a Londres y empezar una nueva vida. Una vida llena de retos y aventuras. No sé en cuál de esas categorías encajaba yo, pero las dos me resultaban ofensivas y me dolían. Lo cual era completamente absurdo, porque si Jimin me veía como un reto, entonces nada me impedía acercarme a él y contarle lo que tenía que hacer para estar conmigo. Y si lo que quería era una aventura, dejar que un hombre, que yo, lo dominase, podía ser la mayor de su vida.
Una parte de mí llegó a la conclusión de que era inútil y absurdo que siguiera resistiéndome. Otra se negaba a correr el riesgo de hablar con él y preguntarle si estaba dispuesto a acceder a mis condiciones. Tenía miedo de que dijese que no y me aterrorizaba que dijese que sí.
¿Qué haría Jimin si le explicaba que necesitaba atarlo, dominarlo, darle órdenes? ¿Me miraría con asco, con reprobación o con deseo? ¿Cómo reaccionaría cuando le dijese que yo siempre iba a tener el control, que nunca dejaría que él llevase la voz cantante en la cama? ¿Se excitaría y se lamería el labio inferior o me daría una bofetada? ¿Y si le decía que quería atarle las manos, vendarle los ojos, impedir que se corriese hasta que yo le diese permiso? ¿Me dejaría hacerlo, me miraría fijamente y me entregaría su placer, o me insultaría y se iría del bufete y de mi vida para siempre?
Eso era lo peor. Si perdía a Jimin después de poseerlo, quizá nunca lograra superarlo. Pero si lo perdía antes de saber lo que se sentía al estar con él, seguro que jamás lo conseguiría.
Si Jimin continuaba en el bufete, aunque no llegase a tocarlo, mi mente seguiría creando escenas imposiblemente eróticas entre los dos, que por el momento me bastaban para seguir adelante. En cambio, si desaparecía, perdería también esas fantasías y por eso seguía resistiéndome a sincerarme con ella.
Llegó la noche del baile de máscaras, un evento que organizaba el colectivo de abogados de Londres y que patrocinaban varios bufetes, incluido el mío. El baile estaba considerado el acontecimiento del año y en esta ocasión iba a celebrarse en el Museo Británico.
Yo me sentía muy orgulloso de mí mismo por haber logrado mantener las distancias con Jimin durante los últimos días y por haberme convencido por fin de que ella nunca aceptaría mis condiciones.
Bastaba con mirarlo para saber que en cuanto le dijese que quería atarlo y someterlo saldría huyendo.
El baile de disfraces, como su nombre indica, consistía en ir disfrazado, así que muy a mi pesar tuve que buscar algo que ponerme. Por suerte, Jennifer sugirió que fuese de Fantasma de la Ópera, lo que quería decir que bastaba con que llevase un esmoquin y la máscara blanca típica del fantasma, me engominase el pelo hacia atrás y luciese una rosa roja en el ojal. Pasé de la gomina, pero la rosa sí me aseguré de cogerla, consciente en todo momento de a quién iba a dársela.
Llegué solo a la fiesta; sin embargo, en la entrada me tropecé con un socio de otro gran bufete de la ciudad, que insistió en endosarme a su hija, una joven insulsa que parecía una réplica de la muñeca Barbie a tamaño natural.
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LA CINTA - |YOONMIN| #1.5 +18
Storie d'amoreMin Yoongi lo tiene todo bajo control. A pesar de su tormentoso pasado, o quizá gracias a él, se ha convertido en uno de los abogados más reputados de toda Inglaterra. Su vida, planeada al milímetro, está dominada por unas estrictas normas que rigen...