III
24 de julio 2022
Irina
Toda obra tiene su consecuencia. Una acción desemboca en más acciones. Así funciona el universo. Por cada peón que movemos, habrá infinitas maneras en las que el juego podrá cambiar. El ser humano se caracteriza por tener un hambre insaciable por tenerlo todo, pero hay veces que ese mismo deseo nos lleva a perderlo todo. Pensamos que al suceder una cosa que pedimos, habremos alcanzado la felicidad que tanto tratábamos de buscar. Lo cierto es que no pensamos en el efecto de nuestra ambición. La vida misma es una negociación, si quieres algo, tienes que pagar un precio por ello, sea material o no. Yo pedí desaparecer y volver cuando me sintiera lista. Pero ¿por qué? ¿Porque no estaba satisfecha con mi vida? He renunciado a las personas que más amaba por mis inseguridades.
—No puede ser, ayer mismo estaba con Elena— trato de no enloquecer ante su testimonio.
—Elena y su padre murieron en un accidente de coche hace ya años. Salieron en el telediario.
—Esto no puede ser real— digo, sin apenas aliento—. No puede haber pasado. Es simplemente imposible.
—Irina, sé que te será difícil, pero necesito que te calmes— trata él de calmarme, aunque en realidad me provoca más ansiedad—. No vas a solucionar nada desesperándote.
Tomo unos segundos para inspirar y exhalar.
—En este mundo estoy muerta, ¿cierto? — indago.
—Sí. Tú y todos.
Suelto un suspiro y me llevo las manos a la cara.
—Genial, ¿y ahora que hago? ¿Cómo he llegado aquí? Porque estoy segura de que este no es mi mundo. Es como si hubiera viajado a otra dimensión... en la que han pasado muchas cosas.
—¿Entonces vienes de otra dimensión? — duda el Sr. Weber.
—No hay otra explicación para esto.
El Sr. Weber asiente, vacilante.
En mi mente no puedo parar de pensar en lo surrealista que resulta esta situación. Estoy en otra dimensión, donde ha ocurrido un omnicidio parcial.
—Cuando estuve en mi casa los teléfonos de mis padres aún tenían batería, ¿cómo puede ser eso posible, si ellos están muertos? — los ojos del Sr. Weber se pierden en los míos. Le cuesta responder.
—Ocurrió no hace mucho. Hace una semana aún había gente viva. Seguramente tus padres aún lo estaban en aquel entonces.
Al parecer mi antiguo profesor de matemática no sabe mucho sobre lo ocurrido a mi familia. No creo que sea lo mejor seguir preguntándole. Pues probablemente me vaya a decir que "seguramente" o "quizás" les haya pasado eso o lo otro. Por mi parte ya me iría de aquí. No tengo nada más que hacer, tan solo buscar alguna manera de volver a mi mundo. Alguna fuerza sobrenatural me ha debido de traer aquí, lo que quiere decir que también cabe la posibilidad de volver.
—Ha sido un momento muy difícil para mí. No hay escasez de productos en el pueblo, pero sí que caducan. De momento he sobrevivido— me cuenta él, sin que yo le haya preguntado—. Pero quién sabe cuánto tiempo más vaya a seguir perdurando.
Asiento, incómoda porque no sé qué contestarle ¿Un "lo siento mucho porque sea el único que ha sobrevivido"?
—¿Por qué el virus afectó a todo el mundo menos a usted? — mis pensamientos me generan esta duda.
ESTÁS LEYENDO
Antes de que acabe con nosotros
Misterio / SuspensoEl universo es tan complejo e impredecible. Por muy perfecto que este parezca, también comete errores. Un 23 de julio, Irina desaparece misteriosamente en mitad de la carretera sin dejar rastro. Mientras el pueblo de Nauschwarch trata de dar con su...