En la esquina de Enbizaka hay una mujer
Ella es la dueña de la sastrería de ahí
Con gran virtud y una verdadera disposición
Ella es la chica más popular del barrio
Las cosas que a ella le causan preocupación
Es saber que la engaña su verdadero amor
Incluso aunque tenga una persona como yo
Nunca regresa a nuestro querido hogar
Pero aun así debo de trabajar mejor
Sostengo mis tijeras en mi mano fuerte
Las tijeras de coser eran de mi madre
Si las afilas bien, cortarán mejor
-¿Entonces cuando tendrás listo mi kimono querida?-Me pregunto con amabilidad la señora
-Tal vez para mañana a la tarde ¿A usted le parece bien?-Contesté
-Oh, eso es magnifico, algunas sastres dijeron que tardarían una semana en arreglar eso-La señora siguió hablando pero deje de escucharla cuando, frente a mi local paso mi esposo, este ni siquiera me dirigió la mirada ni un hola, pero salí de mi ensoñación cuando la señora paso su mano por mi cara-¿Querida estas bien?, te quedaste viendo a la nada-
-Perdón, me distraje-Le respondí con una sonrisa
-No te preocupes, ¿Cuánto seria lo que te debo?-
-$200-Sin decir más me entrego el dinero y se marcho ya que tenia que hacer otras cosas según entendí
Cuando la mujer se fue, me levante del suelo y fui a buscar algo para afilar mis tijeras, ya que mi madre decía.
-Si las afilas bien, cortarán mejor-Murmuré lo que mi madre solía decirme de niña
Hoy en día la ciudad se comporta igual
De hecho, es tan tranquilo como cada día
Veo a esa persona en medio del lugar
¿Quién demonios es esa mujer que está con él?
Ese kimono rojo le sienta muy bien
Parece que con ella, él se siente feliz
No pude soportar esa cruel aparición
E inmediatamente me alejé de ahí
Pero aun así debo de trabajar mejor
Sostengo mis tijeras en mi mano fuerte
Mientras que mis mejillas se van humedeciendo
Trabajo para retocar el kimono rojo
Salí a tomar aire fresco luego de entregarle a la señora su kimono, cuando me tope con mi esposo junto a una mujer con un hermoso kimono rojo, lo veía riendo tan abiertamente con ella que no pude soportar verlo, seguramente es su amante pensé para mi, y salí de allí. Más tarde atravesé a la mujer con mis tijeras una y otra vez sin arruinar el atuendo de ella.
En la noche me encontraba sentada en mi sastrería retocando un kimono rojo, que raro no recuerdo que mis tijeras en algún momento fueran rojas, llevé mis manos a mi cara y estaban húmedas, tampoco recuerdo haber llorado. Aun así tengo que seguir trabajando.
La ciudad ahora tiene un ambiente incómodo
Parece que un crimen se ha cometido
Veo a esa persona en medio del puente