Capítulo 1. La luz que amanece.

63 3 0
                                    

El día estaba empezando a asomar, el frio se amontonaba en aquel lugar. Ella de pie, mirando hacia el horizonte empezó a andar, descalza sobre el hielo y semidesnuda con tanto frio que hasta el alma se le congelaba, continuaba andando, con la esperanza de encontrar algo, algo que no fuese hielo en sus pies y el abrigo de una especie de piel marrón que llevaba puesto.

La luz empezaba a darle, su pelo rubizno se brillaba y se movía por el fuerte viento entonces miraba abajo, debajo del hielo podía ver todo, todo lo que el hielo le mostraba, pero nunca era algo bueno. Estaba completamente condenada a ver todos los desastres, desgracias y oscuridades que abajo estaban pasando. Ella no era normal, podía sentir todo lo que cada una de esas personas que estaba mirando estaban sintiendo, haciéndole cada día un profundo daño que la afligía como si otra fuerza no existiese.

Os estaréis preguntando quien era ella, ella no tenía nombre, ni siquiera le gustaba que la llamaran, era una chica, una chica bastante especial, con el poder que ya he mencionado antes entre otros, pero estaba sola, sola en un mundo en el que nadie puede verla, ni oirla, atrapada en hielo, podría decir que no sabe hablar, porque nunca había dicho ni una sola palabra, solo gritaba, el único oficio que tenía día a día era fijarse en lo que el hielo podia reflejar, una pérdida, una muerte, un accidente, etc y entonces su cuerpo lo sentía, sentía el dolor, las náuseas, las ganas de gritar, de llorar, y sobre todo la impotencia de no poder hacer nada, llorando y con todo el dolor que le provocaba tocaba el cristal acariciándolo como si quisiese consolar todo el daño. 

En aquel mundo solo estaba ella, ¿Castigada quizás? eso sigue siendo hoy un misterio, la luz de aquel sitio se iba y volvía como puede ocurrir en nuestro planeta, pero, a diferencia de que ella estaba sola, completamente sola y sin absolutamente nada. 

Pero algo iba a pasar, eso se decía ella todos las mañanas en cuanto empezaba a ver la primera penuria de la vida en el hielo, pero por el contrario no ocurría nunca nada, lo que si era verdad esque en ella empezaba a haber mas fuerza, sus gritos podrían haberse oido en kilómetros, y sus golpes de dolor rebotaban en el hielo dejando sus delicadas manos rojas y sangrientas. ¿Qué podría estar pasando?

Atrapada en sí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora