The loving, the smothering

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NdA: ¡feliz Halloween! Es fantástico estar de vuelta c: Si ya has visto la peli del tren (yo aún no he podido), ¿qué te ha parecido? 

¿Por un casual estás viendo Jujutsu Kaisen?

Este capítulo está narrado desde la óptica de Tanjirou. Es el más largo que he publicado hasta ahora, ¡espero que te guste!

 Tanjirou se detuvo bajo una farola que llevaba meses fundida y olfateó el aire nocturno, empañado a partes iguales por el humo envuelto en leña que reptaba de las chimeneas y por el vapor a comida casera que escapaba de las ventanas entreabiertas...

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Tanjirou se detuvo bajo una farola que llevaba meses fundida y olfateó el aire nocturno, empañado a partes iguales por el humo envuelto en leña que reptaba de las chimeneas y por el vapor a comida casera que escapaba de las ventanas entreabiertas del vecindario. Aceite hirviendo. Verdura encurtida. Gyozas rellenas de carne molida. Podía distinguir hasta siete de las especias que los habitantes del pueblo habían empleado para preparar sus cenas aquella noche. Chile rojo, pimienta sansho, piel de naranja tostada, semillas de sésamo amarillo y negro, jengibre, semillas de cáñamo y alga nori.

En medio de todo aquel pentagrama olfativo había una nota musical que se imponía sobre las demás, soberbia y redonda, y que le indicaba que iba por buen camino.

Inosuke desprendía una fragancia característica cuando se emocionaba por algo. Si tuviese que precisar, diría que guardaba grandes similitudes con el extracto de las bebidas energéticas como el Monster o el Red Bull. Llevaba despidiendo aquel olor desde que Giyuu les había entregado los controles de educación física corregidos y la euforia le había trepado al pecho. Había sido tan apabullante que Tanjirou llevaba toda la tarde tosiendo. Le dolía la garganta, como si hubiese pescado un resfriado, pero pensaba perseguir aquel rastro intoxicante hasta dar con Inosuke y averiguar qué le ocurría.

¿Habría hecho algo que le había incomodado? Inosuke le había rehuido la mirada durante todo el día, pero Tanjirou no había percibido el olor ahumado de un enfado. No. Era más bien nerviosismo. Y almendras tostadas, sin duda. A punto de calcinarse, diría.

Si no lo conociera tanto después del tiempo que habían pasado juntos durante las últimas semanas juraría que Inosuke acababa de darse cuenta de que le gustaba, y que estaba tratando de ocultárselo. A él. A él, que ya lo sabía. O por lo menos, eso había creído hasta esa mañana.

Tenía que ser otra cosa. Definitivamente. Y para descubrir de qué se trataba, primero tenía que encontrarlo.

La única vez que había visitado su casa había sido aquel mismo sábado, para conocer a su madre y cambiarse de ropa antes de jugar al vóley. De día. Por la noche las avenidas y las plazoletas parecían completamente diferentes; el reflejo en penumbras proyectado al otro lado de un lago que separaba una dimensión solariega y concurrida de aquella otra. El entramado venoso de un pueblo fantasma. Apuró el paso inconscientemente. La panificadora a la que habían entrado en busca de un botiquín con el que tratar a Inosuke después de que este se cayera de bruces en el bosque mientras entrenaban parecía una fortaleza, recortándose imponente y austera en toda su negrura compacta contra la luna creciente.

High School Sweethearts (InoTan: AU escolar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora