𝟏𝟐. 𝐈𝐭 𝐜𝐥𝐨𝐬𝐞𝐝.

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Disculpe

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Disculpe... están medios locos... y acaban de salir del psiquíatra...

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El final del verano llegó más rápido de lo que los mellizos Potter habrían querido. Estaban deseando volver a Hogwarts, pero por otro lado, el mes que habían pasado en La Madriguera había sido el más feliz de sus vidas. A Harry le resultaba difícil no sentir envidia de Ron y a Forest le causaba diversión cuando pensaba en los Dursley y en la bienvenida que le darían cuando volviera a Privet Drive. 

La última noche, la señora Weasley hizo aparecer, por medio de un conjuro, una cena suntuosa que incluía todos los manjares favoritos de Harry y Forest, y que terminó con un suculento pudín de melaza. Fred y George redondearon la noche con una exhibición de las bengalas del doctor Filibuster, y llenaron la cocina con chispas azules y rojas que rebotaban del techo a las paredes durante al menos media hora. Después de esto, llegó el momento de tomar una última taza de chocolate caliente e ir a la cama. A Forest tuvieron que llevarla a rastras por que no se quería separar del chocolate, decía: que era su vida y demás.

A la mañana siguiente, les llevó mucho rato ponerse en marcha. Se levantaron con el canto del gallo, que por cierto Forest casi mataba al gallo por hacerla despertar, además parecía que quedaban muchas cosas por preparar. La señora Weasley, de mal humor, iba de aquí para allá como una exhalación, buscando tan pronto unos calcetines como una pluma o quizás peinando el cabello de Forest, por que según la señora Weasley su cabello se veía como un nido de pájaro. Algunos chocaban en las escaleras, medio vestidos, sosteniendo en la mano un trozo de tostada, y el señor Weasley, al llevar el baúl de Ginny al coche a través del patio, casi se rompe el cuello cuando tropezó con una gallina despistada. Forest como siempre se contraía una carcajada para no hacer sentir mal al señor Weasley.

A Harry no le entraba en la cabeza que nueve personas, siete baúles grandes, tres lechuzas y una rata pudieran caber en un pequeño Ford Anglia. Claro que no había contado con las prestaciones especiales que le había añadido el señor Weasley. Forest por otro lado sabia que todo iba a caber gracias a la magia.

—No le digan a Molly ni media palabra.—susurró a Forest y Harry al abrir el maletero y enseñarles cómo lo había ensanchado mágicamente para que pudieran caber los baúles con toda facilidad. Forest hizo una señal de como si hubiera tuviera un cierre en la boca y lo cerrara. 

Cuando por fin estuvieron todos en el coche, la señora Weasley echó un vistazo al asiento trasero, en el que Harry, Forest, Ron, Fred, George y Percy estaban confortablemente sentados, unos al lado de otros, y dijo: 

—Los muggles saben más de lo que parece, ¿verdad? —Ella y Ginny iban en el asiento delantero, que había sido alargado hasta tal punto que parecía un banco del parque.—Quiero decir que desde fuera uno nunca diría que el coche es tan espacioso, ¿verdad? 

El señor Weasley arrancó el coche y salieron del patio, cuando tuvieron que dar la vuelta, porque a George se le había olvidado su caja de bengalas del doctor Filibuster. Cinco minutos después, el coche tuvo que detenerse en el corral para que Fred pudiera entrara coger su escoba. Y cuando ya estaban en la autopista, Ginny gritó que se había olvidado su diario y tuvieron que retroceder otra vez. Cuando Ginny subió al coche, después de recoger el diario, llevaban muchísimo retraso y los ánimos estaban alterados. 

𝐘𝐎𝐔'𝐑𝐄 𝐏𝐄𝐑𝐅𝐄𝐂𝐓│ Luna LovegoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora