Una de las leyes de Newton, toda acción tiene una reacción. Física. No tiene nada que ver con la siguiente historia, pero al mismo tiempo, mucho. Las consecuencias, cada decisión viene con una. Sin embargo, ¿Qué hacen unos adolescentes de 17 años preocupados por las consecuencias de sus acciones? Al fin y al cabo, todo adolescente es conocido por su falta de consciencia hacia aquellas. Pero al final, cada uno conoce lo que está haciendo u ocasionando. Pero es mejor tomarlos por inmaduros e inconscientes, que tratarlos como iguales.
Existen todo tipo de familias, empecemos por lo económico. Los privilegiados y pudientes, los dueños del pueblo, después los que tienen dinero pero no participan en las grandes decisiones de las familias fundadoras, los que no pueden quejarse porque hay familias peores que ellos, y los peores. Suelen decir que uno es una representación de su familia, sus valores y enseñanzas siempre son reflejados en nosotros. Entonces tenemos a los engreídos, los que pasan por encima de otros, los que se creen malos más no son capaz de lastimar a nadie, los hippies que en realidad no son tan pacifistas, los moralistas católicos y los que se llevan bien con cada uno de los habitantes del pueblo gracias a su superficialidad. Todas estas familias en un pueblo, un pequeño pueblo donde todos se conocen.
Leah Green, diecisiete años, iba en su carro hacia la escuela. Cabello oscuro y largo, el Sol se mezclaba en su piel, la hacía ver más clara que de lo normal. Sonreía mientras escuchaba a su banda preferida. Llevaba un vestido amarillo con flores delicadamente separadas de color violeta, gafas de sol, sus labios color cereza cantaban a todo pulmón su canción favorita. Ochenta kilómetros por hora, el olor a la lluvia en la carretera iba desapareciendo. Se sentía en paz, sentía que el mundo giraba en torno a ella, que todo estaba bien por el simple hecho de que ella estaba bien. Al menos eso le gustaba pensar. La silla del pasajero delantero se encontraba ocupada por su mejor amiga, Clarisse Forman, Leah la llamaba Ari, no por su nombre si no por su gran cabellera roja, lo cual le recordaba mucho a Ariel de La Sirenita. La diferencia era que Clarisse tenía su abundante cabello rizado, algo que le encantaba a Leah. Las dos eran mejores amigas desde los seis años, su amistad no se comparaba a ninguna otra, el día que se conocieron se prometieron estar ahí la una a la otra para siempre. Su amistad nació de la vulnerabilidad. Eran las siete de la noche, Leah y sus padres se encontraban cenando en Souvenir, el restaurante más costoso del pueblo, estaban celebrando el ascenso de su madre en el trabajo. En ese momento Clarisse aparece caminando por la calle mientras Leah observa a una pequeña niña de su misma edad sola, esto la motiva a levantarse y salir del restaurante.
-¿Cómo te llamas?- preguntó Leah.
-Soy Clarisse, ¿por qué has salido?- dijo la pequeña niña limpiándose las lágrimas. Leah la abrazó y le dijo que la siguiera. Ambas entraron en el restaurante y Leah sentó a su nueva amiga a su lado. Los padres de Leah no le refutaron nada, invitaron a Clarisse a celebrar con ellos y le pidieron que escogiera algo para comer. Desde ese día Leah y Clarisse se volvieron inseparables, Clarisse le confesó a toda la familia que intentaba huir de casa esa noche porque su madre la había dejado a ella y a su padre. Esa noche la familia llevó a Clarisse a su casa y conocieron al doctor Forman.
Este se encontraba devastado al no encontrar a su hija, pero cuando la vio llegar con su nueva amiga tomada de las manos se hizo la promesa de nunca más perderla. Esa noche la relación de padre e hija se hizo más fuerte que nunca entre ambos. Clarisse ganó a una nueva amiga en su vida, con una familia de más, y se dio cuenta que tenía a un padre excelente. Desde ese día ambas se convirtieron en su propia sombra. Donde iba una, iba la otra.
Mientras el viento despeinaba a Clarisse, esta iba cantando junto a su mejor amiga su canción favorita. Decidió sacarse la chaqueta de jean que llevaba puesta encima, se sacó las botas altas negras para pararse en el asiento del carro de Leah y gritar por la ventana su canción. Llevaba puesta unas gafas de sol oscuras, una camiseta de Kiss y un jean oscuro. Leah solía vestir a Clarisse desde los seis años, pero desde que cumplieron catorce años cada una escogió su propio estilo, Leah nunca lo admitía pero le encantaba la forma como su mejor amiga vestía.
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Una de las leyes de Newton
Fiksi Remaja¿Qué hacen unos adolescentes de 17 años preocupados por las consecuencias de sus acciones? Una de las leyes de Newton, toda acción tiene una reacción. Física. No tiene nada que ver con la siguiente historia, pero al mismo tiempo, mucho. Las consecue...