Se mi Hermana Mayor

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Las tardes de otoño son la ocasión perfecta para maravillosas reuniones con té y dulces bocadillos. Aunque la mayoría de las veces solía pasarlas sola, tenía la compañía de esos variados y deliciosos sabores, solo eso bastaba para hacer de las tardes de Kanroji Mitsuri momentos agradables.

Ya ha perdido la cuenta de las veces que ha repetido ese ritual, hace unos meses cuando recién iniciaba en el cuerpo de cazadores, las únicas veces que estaba acompañada era cuando se agrupaban únicamente para exterminar demonios, no siempre acababan bien, por eso Mitsuri no las podía considerar como "reuniones".

Al final termino sola, sentada en el tatami de su hogar junto a su bebida y sus bocadillos favoritos. Pero nunca, nunca, nunca falta la presencia de otro compañero, uno que siempre llega y se despide de una manera nostálgica. Mitsuri contempla la puesta del sol, es tan brillante y lleno de calidez, le hace sentir a la joven que este mundo no es solo oscuridad, se queda en compañía de ella la siguiente hora y cuando llega el momento, el enorme astro se oculta y Mitsuri lo toma como una despedida y un deseo de buena suerte.

-que anochecer tan agradable...- suspira con una sonrisa en su rostro, su querido cuervo no ha dado ninguna señal de peligro ¿será que pueda dormir sin interrupciones esta vez? Con esa idea, va directamente a vestirse para dormir inmediatamente, un largo y profundo sueño, eso es lo que necesita.

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-no puedo dormir...- la joven pestañea mil y una veces, cuenta mil y una ovejas, nada surte efecto ¿Por qué precisamente esa noche? -quizá viendo la luna me arrulle un poco- y así lo hizo, sentada cara a cara con esa enorme perla blanca.

divaga en sus pensamientos perdiéndose a si misma -muchos cazadores deben estar peleando ahora... espero que todos estén bien- junta las manos en forma de oración -quisiera poder estar en mil lugares para evitar tantas perdidas- nadie le responde, eso es obvio, le gustaría charlar con alguien en ese desesperante insomnio -no quiero molestar a Iguro-san, además debe estar muy ocupado salvando vidas, Shinobu-chan también debe estar muy atareada velando y curando a todos los heridos... ¿Por qué cuervo-kun no viene a decirme algo?- suspira cabizbaja, no logra concebir el sueño y lo peor es que no hay nada que ella pueda hacer.

-¿Kanroji san? Que alivio... estas despierta...- una aguda y suave voz la toma por sorpresa, por lo que escucha, está cansada ya que no deja de respirar pesado. La mencionada gira la mirada, encontrándose con una muy muy familiar cabellera, esos mechones rojos son inconfundibles en la familia Rengoku.

-¡¿Senjurou?! ¡¿Qué haces aquí?! ¡¿Cómo llegaste?!- rápidamente se apresura a tomar al agotado niño en sus brazos -cielos... estas sudando mucho ¿cuántos kilómetros corriste hasta aquí? -

-perdí la cuenta- dice algo avergonzado, con las mejillas sonrojadas- subí a una carreta y cuando llegué ya era de noche, mi cabeza estaba pensando tanto en esas horribles criaturas que solo corrí a toda velocidad, hasta encontrarte-

ya que su cuerpo le pesa se deja caer en el suelo y con los ojos somnolientos.

-¡no debes hacer eso Senjurou! ¿Qué pasaría si realmente alguien te atacara? Rengoku san estaría muy triste y yo también- con ternura y aferrándose al momento envuelve en un sofocante abrazo al tierno hermano del pilar del fuego.

-K-Kanroji san... no puedo respirar- rápidamente ella lo suelta disponiéndose inmediatamente a agachar la cabeza dando mil disculpas, aunque no lo puede evitar, no es su culpa haber nacido con una fuerza extraordinaria y que al mismo tiempo no pueda resistir las cosas adorables.

Finalmente, Mitsuri lo invito a pasar la noche allí, debido al sudor le propuso que se diera un baño e incluso le preparo la cena (vaya... ahora veo por que no podía dormir, de otra forma, no me hubiera dado cuenta) piensa alegremente con una enorme sonrisa en el rostro.

¿Flama de amor? o ¿Amor en llamas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora