Cuitado

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Había una vez, un Rey que se enamoró de un plebeyo, pero un plebeyo que terminó convirtiéndose en Rey.

Y hubo también una vez, una Luna enamorándose de un Sol, un ardiente Sol que quemaba como el infierno, y que era malditamente adictivo.




El corazón de Donghyuck latía con ímpetu dentro de su pecho, ansioso al ver el gran palacio frente a sus ojos. Lo veía todos los días desde el jardín, pero jamás se imaginó a él dentro.

Se sentía como en un sueño, porque no sólo estaría en un lujoso banquete, sino que el mismo rey, Moon Taeil, se había dado el tiempo de invitarlo personalmente. Pudo ordenar a sus subordinados con simpleza, pero prefirió levantarse de su trono para decírselo frente a frente. Se le revolvían las entrañas de sólo imaginarlo.

Se aseguró de que su hanbok estuviese en las condiciones óptimas, y de que su espada siguiese bien puesta en su lugar. Cuando se sintió seguro, traspasó los umbrales de la entrada. Les dijo a los guardias su motivo de la visita y sin mayor conflicto logró entrar, encontrándose directamente con el gran banquete que se desarrollaba dentro del palacio.

Mucha gente de renombre estaba en ese lugar, y el humilde jardinero no pudo evitar sentirse fuera de órbita. Él no pertenecía aquí, era un plebeyo, después de todo, y aunque hubiese contribuido en una parte importante de la historia de su nación, había perdido la costumbre y ya no podía identificarse con la gente de alto mando, pero ver que ahora estaba siendo invitado a esto, no pudo evitar sentirse emocionado.

—Soldado —le llamó el Rey, alzando su mano para que lo mirara. Donghyuck posó sus ojos sobre él, sintiendo una corriente eléctrica recorrer todo su cuerpo. El Rey era tan inmaculado... como una escultura personificada, hecha por dioses.

Taeil hizo un ademán con la mano para que se acercara, dejando que se sentara a su lado. Donghyuck tímidamente se acercó, no podía creer que estaba cenando justo al lado del Rey, al cual más admiraba de toda la dinastía Lunar.

Vio de soslayo como Taeil lo observaba hasta que se acomodaba por completo sobre su asiento. Volvió a hacer un gesto con la mano para que empezara a comer.

—Toda esta mesa es suya, puede satisfacerse con lo que quiera —le dijo, sirviéndole un vaso de soju para que empezara a comer.

Donghyuck hizo una pequeña venia a modo de afirmación, y tomando sus palillos en silencio, comenzó a comer. La mesa estaba llena de víveres que él en su vida había probado, como carne, verduras que no eran col, entre otras cosas. Esto de verdad era un banquete, y Donghyuck no iba a reservarse de nada hasta que su estómago estuviese a punto de reventar.

Mientras todos bebían, reían y conversaban, Donghyuck comía en silencio, abasteciéndose de todos estos lujosos platos que hacía mucho tiempo no degustaba. Esta vida lujosa empezaba a hacérsele atractiva.

—Atención a todos —llamó entonces el Rey, provocando el silencio inmediato dentro del gran comedor. Todos los invitados lo miraron con suma atención y reverencia, esperando a que el Rey dijera sus palabras—. Me complace anunciarles el motivo por el cual los reuní aquí. Es bien sabido que nuestra nación ha sufrido innumerables desgracias, entre la más reciente, la batalla contra Japón y nuestras mujeres, la más honorable a día de hoy.

A Donghyuck se le ensanchó el pecho del orgullo al haber sido mencionado por el Rey como un salvador para su pueblo.

—Y es por esa misma razón, y luego de un periodo pensando arduamente acerca de esto, que tengo el honor de anunciarles que, desde este preciso momento, el salvador de nuestra nación será mi nueva mano derecha.

eclipse ー taehyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora