caLidez

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En el momento en el que Donghyuck posó sus labios sobre los de Taeil, el noble soldado supo que ya no podía echarse para atrás. Había dado el siguiente paso, aquel que le causaba más miedo llevar a cabo, y sorpresivamente, había funcionado. Siempre había admirado al Rey, pero esa admiración pasó a algo más en el momento en donde lo vio de cerca por primera vez, y supo que tenía que conseguirlo para sí. Y este era el momento, el gran momento con el que había soñado por días, semanas, meses.

Ambos labios cruzados entre sí. Encajaban a la perfección, como si ambos hubiesen sido las piezas perdidas del rompecabezas. El calor en la habitación subía con creces, destruyendo cualquier tipo de modal que alguna vez existió entre los dos.

El joven Lee podía sentir la sensación fría que le provocaba la piel de su Rey, ocasionándole un escalofrío que recorría toda su espina dorsal y se expandía por todo su cuerpo, encendiéndolo aún más. Se sentía como un efecto calmante, y al mismo tiempo, le producía una excitación que terminó descolocándolo en grande manera.

Donghyuck decidió atreverse un poco más, y en vez de sólo tocar sus labios, quiso probarlo un poco más, abriendo su boca para saborearlo de una mejor manera...

—No —oyó a Taeil susurrar apenas por su respiración agitada—. No. —repitió, esta vez con un poco más de seguridad.

Empujó levemente al soldado con ambas manos sobre su pecho, sintiendo el calor emanar de su ropa. Donghyuck abrió sus ojos, sorprendido al ver que había sido rechazado. Se miraron directamente por varios segundos, ocasionando que la tensión creciera con ímpetu entre ambos. El pecho de Taeil subía y bajaba al sentir cómo le faltaba el aire, y Donghyuck, al darse cuenta, no pudo evitar sonreír con picardía.

—¿Por qué no? —le preguntó, haciendo puchero, mirándolo con inocencia. El Rey apartó la mirada al sentir sensaciones extrañas dentro de su cuerpo, como unas mariposas pululando dentro de su estómago.

Se quedó unos segundos en silencio, planteándose la respuesta. No la sabía. ¿Por qué no? Si en el fondo, aunque sin querer admitirlo, le había gustado.

—Porque esto no está bien —replicó secamente, volviendo a tomar su postura como un Rey serio. Se relamió los labios al sentir la saliva de Donghyuck aún sobre ellos, sintiendo un gusto extraño pero delicioso a la vez en su boca.

Donghyuck rechistó, bajando la vista y sonriendo de lado en un intento por reprimir su risa.

—¿Desde cuándo besarse ha estado mal? Es algo natural —respondió, fingiendo inocencia y mirándolo de la misma forma. Se limpió la saliva de sus labios con su pulgar de manera seductora.

Los ojos brillantes de Donghyuck sobre los suyos hicieron a Taeil vacilar.

—Sólo entre un hombre y una mujer —dijo, carraspeando su garganta—. Entre dos hombres es antinatural.

—Sea como sea, eso no quita el hecho de que le gustó, ¿no? —lo miró con picardía, mordiéndose el labio inferior y buscando el contacto visual con el Rey. Taeil se sentía tan incómodo (o nervioso) que no podía mirarlo.

—Buenas noches. —Fue lo único que pudo decir antes de arrancar por la puerta y correr a sus aposentos.

Donghyuck sonrió, victorioso. Lo había dejado perplejo, tal, y como quería.

—¡Mañana podemos conversarlo, si quiere! —exclamó, sabiendo que Taeil estaría aún del otro lado.





Ambos, la Luna y el Sol, no sabían lo mucho que se necesitaban hasta el momento en el que decidieron caminar juntos. Ahora, ambos se complementaban, dándose el calor y el frío de cada uno para mantener un debido equilibrio. Cada día que pasaba, más se enamoraban, y más crecía aquella necesidad de sentirse el uno contra el otro sin distancia que les impidiera gritar su amor a los cuatro vientos.








calidez

nombre femenino

1. Que proporciona calor y, en ocasiones, comodidad.




eclipse ー taehyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora