Ignívomo

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Tanto el Sol como la Luna, entonces, comenzaron a buscar una manera de acercarse. El Sol estaba tan desesperado por regalarle de su calor a la Luna y ella tan impaciente por recibir sus rayos que la distancia se les hacía demasiado corta para saciar sus deseos.




El frío sol de mañana se alzaba perezoso entre las montañas, dando inicio a un nuevo día. Las flores y árboles del jardín también parecían despertar al ser acariciadas por los tenues y anaranjados rayos de sol del alba. Y en contraste, entremedio de aquel hermoso paisaje, se encontraba un soñoliento Rey vagando confundido alrededor de los alegres girasoles que le saludaban con jolgorio por un nuevo día.

Taeil no tenía la menor idea de lo que había sucedido la noche anterior. Su mente aún procesaba los hechos con esfuerzo, puesto que no podía adivinar si se trataba de un sueño o una realidad. Pero, ¿los sueños generalmente son así de vívidos? Y es que aún puede percibir los labios de Lee Donghyuck sobre los suyos, aún podía sentir su saliva mezclarse y la temperatura de su cuerpo aumentar y sus vellos erizarse, y sobre todo, aquel calor que el joven emanaba, y que quemaba como el infierno... ¿Realmente había sido un sueño?

—¿Pensaba en mí, Su Majestad? —susurró alguien a su lado.

El Rey soltó un respingo, sintiendo un escalofrío recorrer toda su espina dorsal. Se giró para ver quién había sido, encontrándose con un sonriente Donghyuck riendo tímidamente de su reacción. Volvió a sentir esas extrañas mariposas en sus entrañas. La sonrisa del joven era tan radiante y alegre que se asemejaba al reluciente sol de verano que se alzaba justo detrás de él.

Negó con la cabeza al darse cuenta de sus pensamientos. Donghyuck era su subordinado, no era correcto tener ideas de otro ámbito acerca de él, menos de ese tipo.

—S... no... —replicó con incomodidad, dándole la espalda. Las reacciones en su cuerpo parecían no querer controlarse, y eso sería un problema si no lo solucionaba pronto.

—Veo que sí... —el menor sonrió pícaro, acercándose a él con atrevimiento, buscando hacer contacto visual—. ¿Aún piensa en el beso que nos dimos anoche? —soltó una risita traviesa luego de decir aquello.

Taeil abrió sus ojos de par en par al oírlo. Entonces, ¿todo había sido real? ¿No fue un sueño? Oh, por Dios...

—No menciones eso en voz alta —le regañó entre dientes, cerciorándose de que nadie los hubiese escuchado.

—Perdone, Su Majestad —Donghyuck hizo una reverencia con respeto, y segundos después, volvió a su semblante juguetón—. ¿Aún piensa en el beso que nos dimos anoche? —repuso, esta vez en un susurro.

Taeil soltó un suspiro, su cuerpo estaba tan descontrolado que sentía que en cualquier momento explotaría por todas las sensaciones que Donghyuck le estaba provocando con sólo un par de palabras.

—¿Quiere hablar de ello? —preguntó el soldado, acercándose al Rey para mirarlo de frente. Taeil tragó con fuerza, nervioso.

—No hay nada de qué hablar —se rehusaba a discutir sobre eso. Era vergonzoso—. Yo soy el Rey de esta dinastía, y tú eres mi subordinado. No hay nada más que decir más que sigas mis órdenes.

El soldado hizo puchero al oírle. No dejaría de insistir hasta conseguir lo que quería, menos sabiendo que podía conseguirlo con un poco más de esfuerzo.

eclipse ー taehyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora