Los días pasaron más rápido de lo que cualquiera habría esperado, y con ello, el amor entre el Rey y su subordinado no hacía más que crecer. Aquella noche pasional y llena de erotismo fue la profecía de amor verdadero entre ambos, y desde entonces, son inseparables. Durante el día fingen ser simples compañeros, un imponente y correcto Rey junto a un simple sirviente, pero durante la noche y en cada momento que tenían un momento a solas, Moon Taeil y Lee Donghyuck se volvían inseparables, uno solo en cualquier cosa que hacían. Ambos, calor y frío, se complementaban para crear la tibieza que tanta falta les hacía en el pasado.
El Rey Moon Taeil irrumpió en el jardín, en donde Lee Donghyuck seguía ejerciendo los fines de semana como un pasatiempo. Había buscado al soldado por todo el palacio, desesperado por tenerlo cerca suyo.
—Su Majestad, ¿todo bien? —preguntó el castaño al ver el rostro de desesperación plasmado en el rostro de su Rey.
—Te necesito... —soltó en un jadeo, acercándose a Donghyuck con atrevimiento, sin siquiera cerciorarse de que hubiese o no gentío alrededor.
—Pero, Su Majestad... —Donghyuck ni siquiera terminó su sentencia puesto que el Rey tomó su mentón con sus dedos y le robó las palabras con un profundo beso en sus labios.
Al pobre soldado se le estremeció el cuerpo entero al sentir una corriente eléctrica recorrer toda su espina dorsal. Taeil movía sus labios con pasión y desesperación, como si no se hubiesen visto en semanas, cuando en realidad, sólo se habían visto hace un par de horas cuando despertaron juntos en la mañana, en la misma cama.
Simplemente se dejó llevar por sus encantos, sintiendo el deseo emanar del cuerpo de Su Rey, y llenándose de él. Movió sus labios al son de los de Taeil, y empezó a tocar su cuerpo sobre la ropa que lo tapaba. Taeil lo acercó más a él tomándolo por la cintura, sintiendo el choque eléctrico al sentir el calor ardiente de la piel de Donghyuck a través de la ropa. El menor lo abrazó para no separarse de él, moviendo sus caderas en un acto tan seductor que a Taeil le hacía temblar las piernas.
El Rey se separó del moreno para soltar un gemido, pero Donghyuck se lo impidió, mordiendo su labio inferior para que no se separara de él.
—Me encanta como me haces sentir... —le susurró Taeil justo después, volviendo a besarlo—. El calor de tu piel me hace sentir acogido...
Donghyuck cerró el beso para mirarlo a los ojos y sonreírle de extremo a extremo, mostrándole su mayor brillo. Taeil se contagió de su sonrisa, volviendo a sentir esa calidez a la cual ya se había acostumbrado y que se había vuelto una necesidad.
—Y a mí me encanta saber lo mucho que me necesita... —Le susurró en el oído, y antes de separarse besó su cuello con un suave y largo beso. Taeil tembló al sentirlo, ocasionando que todos sus vellos se erizaran.
Donghyuck hizo el amago de separarse, pero Taeil lo tomó del brazo, impidiéndoselo.
—No te vayas, por favor. —Le pidió—. En cambio, ven conmigo.
Donghyuck no rechistó, simplemente se dejó llevar por su Rey. Amaba saber lo mucho que lo necesitaba, le hacía sentir especial, amado, como jamás antes había sucedido. Pero más que aquello, le hacía sentir satisfecho, porque sabía que el Rey nunca desconfiaría de él ni aun hiciese la cosa más terrible, por lo que se podía sentir a salvo bajo su alero.
Taeil lo llevó detrás del palacio, en el patio trasero donde nadie existía más que ellos dos. El sonido de los pájaros era muy notorio, y el bailar de las hojas al son del viento denotaba lo solitario que era ese lugar.
—Haz lo que quieras conmigo —dijo el Rey, rindiéndose completamente ante él. Donghyuck sonrió ladino al escucharle, mirándolo con picardía.
—¿Lo que quiera? —preguntó, pasando sus traviesas manos a través de la ropa de Taeil. Metió su mano por debajo de la túnica y acarició su ropa interior. Taeil sólo atinó a asentir con la cabeza al sentir el calor debajo de su entrepierna.
Donghyuck siguió acariciando mientras tanto besaba al Rey en distintas partes de su cuerpo. Finalmente, acurrucó su cabeza entre su cuello, dejando castos y húmedos besos sobre su piel.
—Ah, ardes como el infierno... —dijo el mayor al sentir el calor sobre su cuello—. Me tienes adicto a ti... —confesó en susurros.
Muestras de amor a esta pareja les sobraba. Pero había una parte triste entre medio de todo este erótico y pasional amor, y ese era, que sólo había uno solo realmente enamorado, uno solo, que se había vuelto adicto a sus labios, a su tacto, a todo su ser por completo. Y que, ingenuamente, se había dejado caer por completo sobre sus brazos, sin saber que este amor en realidad, no era correspondido como le habían hecho creer.
El calor que el Sol le daba a la Luna era algo que nadie más podía brindarle, y la Luna se sentía extremadamente bendecida por ello. Era casi como un milagro, ya que entre tanta soledad, pudo encontrar aquello que tanto deseó: un poco de calor en medio de todo el invierno. Se había vuelto adicta a él, a su calor.
Sin embargo, tan ardiente era el calor que el Sol le brindaba, que sin quererlo empezó a sentirse sofocada, ahogada entre tanto calor. A la Luna se le empezaba a acabar el frío, y ya no había manera en que el Sol pudiese separarse de ella.
estigio, gia
Del lat. Stygĭus, y este del gr. Στύγιος Stýgios.
1. adj. Perteneciente o relativo a la Estigia, laguna del infierno mitológico.
2. adj. poét. infernal (‖ perteneciente al infierno).
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eclipse ー taehyuck
FanfictionEl Sol y la Luna se juntaron para hacer real su amor, sin embargo, el calor del Sol fue tan fuerte que terminó convirtiendo a la Luna tan sólo en polvo y cenizas. No te ilusiones, esta no es una historia de amor. ↪ Historia corta. ↪ Ambientado en e...