Capítulo 2

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-Em...si yo...acabo de llegar a la ciudad y había buscado en google un pabellón que estuviera abierto hasta la noche y solo me ha salido este...no quería interrumpir tu entrenamiento, perdona- le dije sincera y avergonzada mientras me removía el septum nerviosa.

-Oh, no ¡tranquila!, No estaba entrenando, el patinaje es solo un hobbie que me ayuda a desconectar- me contó ella apoyando sus manos en la verja lila que nos separaba.

-¿Solo un hobbie? Tus movimientos y tus técnicas dicen todo lo contrario- le dije sonriendo mientras señalaba la pista dónde minutos antes me había impresionado.

Se puso a reír, una risa tímida pero alegre que se me contagió rápidamente.

-¿Así que tu también patinas?- me preguntó ella cuándo paramos de reír cambiando de tema.

-Sí, pero también es solo un hobbie- le contesté alzando una ceja maliciosamente.

ALBA

Esa morena de dos metros que se había presentado de golpe en la pista sin que me diera cuenta ahora estaba despertando curiosidad en mí. No había podido evitar fijarme en su físico, alto y esbelto, que, sin lugar a dudas, debía ser una buena herramienta para patinar y me moría de ganas de saber qué era capaz de hacer sobre la pista.

-Eso lo tendría que comprobar- le contesté sonriendo- ¿has venido aquí para patinar no?

-Sí pero puedo venir otro día si necesitas tu la pista- me respondió rápidamente poniéndose seria.

-Me parece que es suficiente para dos personas- le dije riendo y, sin esperar su respuesta, me fui rápidamente deslizándome por el hielo hacia el centro de la pista.

Seguí moviéndome con delicadeza por el hielo, disfrutando de cada sensación y dejando que mi cuerpo se moviese como quería, libremente y sin pautas.

Después de unos 5 minutos, miré de reojo a la morena que ya se había puesto unos patines negros realmente muy elegantes y se había recogido su melena negra en un moño. Abrió la puerta de la verja lila y observó el hielo de la pista antes de entrar. Parecía mirarlo con mil emociones a la vez que no supe descifrar y frené mis patines para contemplarla mejor a unos 10 metros de ella.

Finalmente, subió a la pista decidida y con confianza y cerró la puerta.

-¿Quieres que vuelva a activar la música?- me preguntó aún cogida a la verja mientras me miraba con una sonrisa.

-¡Si lo prefieres si!- le contesté sonriendo esperando su reacción.

No se lo pensó dos veces y dobló su largo cuerpo para coger el mando del suelo y activar la música.

Acto seguido, se soltó de la verja poco a poco y empezó a deslizarse por el hielo, con una tranquilidad y precisión que ponían los pelos de punta.

No se pasaba de la mitad de la pista dónde estaba yo, observando todos sus movimientos mientras ella dibujaba círculos sobre el hielo sin ninguna prisa, delicadamente y moviendo su cuerpo como si acompañase la música.

Finalmente la melodía que sonaba por los altavoces terminó y ella abrió los ojos y se dirigió hacia mí hasta que frenó a pocos pasos de mí.

-Ale, ya has visto cómo patino- me sonrió.

-Sí, y como tu me has dicho antes, debido a tu técnica, se nota que el patinaje no es sólo un hobbie para ti- antes que pudiese contestarme la miré intensamente a sus oscuros ojos- sin embargo, tengo la sensación que lo que has hecho ahora en la pista no es ni la mitad de lo que sabes hacer realmente sobre patines.

Piruetas sobre hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora