Odio y Amor...

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Alma regreso a su palacio devastada por completo, se sentía traicionada por Lucifer y no entendía porque todo lo que él hacia la afectaba de ese modo, como si se lo hiciera directamente a ella y con toda intención, después de todo era a el a quien...

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Alma regreso a su palacio devastada por completo, se sentía traicionada por Lucifer y no entendía porque todo lo que él hacia la afectaba de ese modo, como si se lo hiciera directamente a ella y con toda intención, después de todo era a el a quien le tocaba jugar y había decidido llevarse la vida de Brisa, sabiendo lo que significaba para ella el ordenarle que fuera por su alma.

Laiz la vio caminar con lentitud hacia el jardín interno del palacio pero no le hablo, imaginaba lo que estaría pasando por su cabeza y lo que seguramente estaría sintiendo.
Así que tan solo la siguió hasta allí y como siempre mantuvo la distancia dedicándose a observarla con atención.
Alma se detuvo de pronto en medio del jardín y comenzó a gritar con furia, todo a su alrededor se sacudió violentamente, los arboles se mecieron al compás de los vientos que se desataron mientras Alma continuaba gritando hasta que de pronto guardo silencio y miro a su alrededor agitada. Sus ojos se encontraron con los de Laiz y este de manera instintiva retrocedió unos pasos con el temor en la mirada.
Alma noto su miedo, retrocediendo a su vez y girando sobre si dándole la espalda.

―Déjame sola Laiz― pidió abrazándose a sí misma.

―Mi señora...¿Que le sucede, porque esta tan furiosa?― pregunto Laiz ignorando el que le pidiera dejarla y arriesgándose a que su reacción no fuera nada buena para el físicamente se acerco y la abrazo por detrás, como si pretendiera consolarla.

Alma comenzó a llorar y se dejo caer mientras Laiz la sostenía. Terminaron los dos sentados en el césped, Alma aferrada al brazo con el cual Laiz la rodeaba y el, en tanto acariciaba su espalda y cabello.

―Mi señora, ¿Que le sucede? ¿Quien ha hecho que se ponga así? Dígame para poder ayudarla o si lo desea, puedo vengarla― propuso Laiz con tono casi susurrante.

Alma no respondió, solo lloro aun mas y bajo la cabeza contra su pecho fuertemente agarrada a Laiz hasta que después de un buen rato el llanto se fue calmando y tan solo quedo el silencio que era incluso más tenso que sus lagrimas.

Su sirviente podía sentir el aura oscura y cargada de odio que la envolvía, sabiendo que su señor Lucifer estaría en problemas muy pronto por la reacción de la reina, ya que en esos momentos ella se parecía mucho a la reina que alguna vez fue.

―Tengo que hacer algo antes de que también pierda a Azul...― dijo Alma levantando el rostro hacia Laiz quedando tan cerca del hombre que este no pudo evitar mirar sus labios con suma atención, para luego desviar la mirada hacia otro sitio, soltándola lentamente y sentándose ahora en el césped frente a ella.

―No..no comprendo sus palabras señora...― le contesto manteniendo la distancia cuanto le era posible, mientras pensaba que no podía estar deseando besarla con la intensidad que lo deseaba, mucho más sabiendo que ella era la esposa del señor de los infiernos y que podría perder mucho más que su alma inmortal si llegaba a descubrir uno solo de sus pensamientos.

―Laiz...mírame.

El sirviente cerró los ojos con fuerza por un segundo y después fijo la mirada hacia su señora con la respiración contenida y el corazón paralizado por completo.

El retorno de la reina infernalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora