CUATRO

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Luego de que Lucas manejara a la ciudad, llegamos a una enorme mansión de dos pisos, afuera había chicos danzando al ritmo de una extraña música, nunca había escuchado ritmos tan fuertes y pegajosos, ¿qué género será?

Lucas abrió la puerta del auto y me ayudó a bajar, sonreí ante su gesto que me pareció muy tierno y tomó mi mano para guiarme a la que sería mi primer fiesta, mi corazón latió rápidamente esa pequeña acción me hacía sentir importante, esa pequeña acción me hacía sentir valiosa y esa pequeña acción hacía que las mariposas en mi estómago volaran, ¡el chico más guapo del instituto estaba tomándome de la mano!

Todos los presentes se nos quedaron mirando con expectación y podía entenderlo, no tenía un trasero redondeado, un maquillaje glamuroso, unos pechos enormes, una altura pequeña y ropa de marca como las que tenían las chicas con las que Lucas estaba acostumbrado a salir.

Y ese era mi error, por más feliz y libre que me sintiera estando con él, debía aceptar que él no me quería y que probablemente nunca lo haría, debía aceptar que por más bien que me sintiera rompiendo mis ideales estando a su lado, él no me quería para algo serio, formal y real, tal vez lo único que quería era presumir que estaba saliendo con la chica católica, tal vez sólo se trataba de un juego, de una apuesta o de algo similar a lo que habían dicho en el salón.

Sabía que lo de Lucas y yo nunca sería posible porque él rompía hasta la más sagrada regla, a él no le importaban los compromisos ni las relaciones, él no quería a una chica para presentarle a sus padres, sino para mantenerla oculta en su cama y yo no era una mujer fácil a la que pudiese llevarse a la cama, tampoco estaba dispuesta a ser su juguete, su sumisa o su cómplice en sus múltiples malas acciones.

Sacudí mi cabeza para dejar de pensar en eso y unos chicos nos detuvieron para saludar a Lucas.

—¡Hermano, pensé que ya no vendrías! —chocaron su puño y se dieron un alocado abrazo.

—Lo siento, tuve que pasar por la dormilona de mi novia —me pegó a su cintura, besó mi mejilla y me sonrojé de inmediato.

¿Escuché bien? ¡Dijo que soy su novia!

Por una parte me sentía como globo con helio en el aire ante sus palabras y por otra debía estar alerta porque ni sus palabras ni sus acciones quitaban lo mal hombre y lo mal hijo de Dios que era Lucas, las drogas, el libertinaje, las mujeres en exceso, las groserías y las peleas no estaban bien vistas por Dios, por eso debía tener mucho cuidado con ese atractivo y peligroso chico.

—¿Tu novia? —preguntó incrédulo el chico analizándome de pies a cabeza.

—Ella es diferente al resto —me observó con admiración —razón suficiente para que sea mi novia.

—¡Felicidades, hermano! —sonreí ante su efusividad y se dieron un tierno abrazo de amigos —y, ¿cómo te llamas?

—Kamila —estrechamos nuestras manos.

—Un gusto, soy Erick.

—Igual —sonreí, me despedí de él con la mano cuando Lucas tomó mi mano nuevamente y caminamos hasta el interior de casa.

—¿Desde cuándo somos novios? —me crucé de brazos y lo miré a los ojos esperando su respuesta.

—Desde ahora —tomó mi barbilla para que me inclinara, nuestras miradas se unieron en una sola y entrelazó sus labios con los míos, sentí frescura en sus besos, su lengua se movía acelerada junto con la mía que era torpe y lenta, los movimientos me hicieron suspirar y elevar al cielo, ¡por poco veo a Dios!

—Wow —susurré contra sus labios luego de detener el beso por falta de aire.

—¿Te gustó, nena? —asentí con ternura acariciándome los labios hinchados—eso sólo es el principio de todo lo que experimentaremos juntos.

Por la jodida religión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora