El internado abarca gran parte de la enorme manzana, es de seis pisos y según una de las monjas directoras cuenta con más de 200 habitaciones, entre ellas las de recreación.
No quería alarmarme ni dar por sentado algo que tal vez mi mente estaba inventando, pero cuando entré al lugar un aura negativa se apoderó de mí, el lugar era muy antiguo se notaba porque las paredes externas tenían moho, además de que las rejas del edificio rechinaban, igual que el pesado portón de madera que astillaba, era muy pronto para desistir, encima de que no debía dejarme guiar por las apariencias, aplicaría el proverbio de "no juzgues a un libro por su portada".
En cada paso que daba, mis papás me guiaban y pude notar en sus ojos destellos de orgullo, situación que me dolió porque sabía que en cuanto se enteraran de la realidad de todo, me odiarían.
Las monjas del internado me explicaron algunas reglas que acepté sin ningún problema, eran similares a las reglas que había en casa, al final me despedí de mis papás y quedaron en que pronto me visitarían, también llevarían despensa para sostener el internado.
—¿Por qué estás aquí, Kamila? —preguntó una de las monjas mayores.
—Quiero dedicar mi vida a Dios —no era mentira en totalidad.
—¿Cuántos años tienes? —frunció el ceño.
—19, en Octubre cumpliré 20 —sonreí.
—Buena edad para empezar en este hermoso camino —tal vez estaba alucinando, pero se escuchó tétrica al decir las últimas palabras.
—¿A los cuántos años inició usted? —cuestioné para hacer más ameno el camino, mi habitación estaba alejada del resto, desconocí las razones y tampoco me puse a cuestionar sus mandamientos.
—A los 12 —aclaró su garganta para seguir hablando luego de que mirara lo consternada que estaba —mi mamá puso una enorme responsabilidad sobre mí, ella siempre quiso dedicar su vida y servirle a Dios, pero se enamoró y nací, situación que se lo impidió —abrí mis labios impresionada.
—Y cumplió sus sueños a través de usted —asintió y pude identificar el dolor en su mirada, tal vez ella no quería dedicarse a eso y la obligaron o tal vez decidió sacrificarse por la mujer que le dio la vida, esa duda se quedaría en mi cabeza por siempre, no tendría el valor de preguntarle ni me lo diría —sigo sin entender cómo pudo entrar tan joven.
—Hay otros tipos de internados, pero de eso hablaremos más adelante.
—De acuerdo, hermana.
—Te daré un consejo —abrí mi oreja para captar con atención —no te tomes personal nada de lo que sucede aquí.
—¿A qué se refiere? —mi corazón palpitó con terror.
—Las cosas aquí no son como aparentan ser —tomó las llaves de la que era mi habitación, la abrió y me empujó con fuerza para que entrara.
Miré a mi alrededor y no había un interruptor, no había un foco, ni siquiera había una vela, respiré profundo para evitar caer en pánico y me lancé a la cama polvosa de tanto tiempo que había estado sola y descuidada, intenté dormir, pero un presentimiento se apoderó de mí y tal vez eso era sólo el principio de una mala experiencia que estaba por vivir a raíz de la jodida religión.
[...]
El terror y el pánico se fueron de mí a la mañana siguiente cuando el sol se filtró por la ventana y salí de la habitación lista para dirigirme a las actividades del internado.
El pasillo estaba solo, hasta que en la mitad miré a una de las hermanas más jóvenes, me acerqué a saludarla y fue amable conmigo.
—Hola —sonreí.
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Por la jodida religión.
ParanormalKamila es una joven de 19años que ha crecido en un pueblo lejano a la tecnología, a libertades y vida moderna. Su vida se basa en ir cada domingo a misa con su familia, a culparse por cometer un mínimo "pecado" y a salpicarse de agua bendita por órd...