Capítulo 3

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Nueve años atrás...

Lucas salió del cajero automático, había dependido de sus padres el primer mes de escuela, pero desde que había comenzado a tomar trabajos para la asociación y aunado a su beca estudiantil era casi independiente. Sonrió orgulloso de sí mismo mientras salía del cajero y nada más el aire de la calle lo golpeó se paralizó, buscó precavidamente a su alrededor y se encontró con un hombre moreno observándolo, con los ojos más negros que jamás había visto.

Se quedó de pie observándolo, sintiendo que a cada segundo el aire le faltaba un poco más, ¡esa era su pareja! Sonrió con genuina felicidad, era un lobo y viviría mucho más que un humano normal, la mayoría de sus compañeros de raza tenían suerte de encontrar a su compañero al ser adultos, pero el había podido encontrarlo tan joven ¿Qué tan bueno era el destino con él?

Dio un paso hacia su pareja y ésta la respondió la sonrisa con una que a Lucas le pareció cautivadora, el sujeto le abrió la puerta del auto y él no dudo en entrar, solo cuando el otro también entró le sonrió y habló.

-Hola...- Lucas murmuró.

-Hola- su pareja contestó mirándolo con deleite.

Ambos eran lobos, Lucas podía oler a un alfa en su compañero aunque quizá por lo abrumador de saberlo su compañero no alcanzaba a distinguir cuál era su nivel. De cualquier manera era lo que menos le importaba.

Que ambos conocieran la situación no hizo que Lucas se sintiera menos tímido. El joven frente a él lucía un poco mayor que él, lo suficiente como para parecerle tan elegante y perfecto.

-Me...me llamo Lucas- logró articular acercándose un poco a su pareja en el asiento del auto.

-Lucas...- el moreno repitió con aquella voz tan malditamente seductora-. Me encanta, soy Marlon- murmuró mientras se acercaba y rozaba sus labios.

-Marlon...- suspiró-. También me gusta.

Tres días después Lucas recordaba vagamente comenzar con besos suaves que escalaron a besos desesperados que poco a poco consumieron su razón, después de eso todo eran recuerdos dispersos de haber llegado a un departamento y perder su inocencia en el mejor sexo que jamás podría haber imaginado, millones de veces mejor que su mano.

-¿Tienes hambre?- la voz gruesa y cariñosa de Marlon sacó a Lucas de sus pensamientos, aún estaba desnudo y perezoso entre los brazos del alfa.

-Muero de hambre- aceptó divertido, después de tres días su cuerpo al fin recordaba que tenía que comer.

-Espera- besó su hombro- haré que nos traigan algo- indicó antes de ponerse de pie para buscar comida.

Después de ese día Lucas aprendió mucho de su pareja, era un alfa de clase alta, uno que tenía bastante contacto con otros alfas. Aprendió también que venía de una familia de betas y por ello no encajaba del todo entre el resto de los alfas que lo rodeaban. A Lucas lo embelesaba verlo tratar y poner en su lugar a sujetos que intentaban usar su origen para apabullarlo.

La primera vez que pasó fue en un restaurante exclusivo en el que su pareja tenía una reunión, el había sido escoltado al restaurante para beber algo mientras lo esperaba. No pasó mucho antes de que un sujeto se acercara y se sentara frente a él sin preguntar. Lucas frunció el ceño ante el gesto pero no dijo nada, curioso de qué era lo que buscaba el tipo.

-Así que eres la pequeña mascota de Marlon- preguntó con una sonrisa burlona.

-¿Desea algo?- preguntó Lucas directamente, si mal no se equivocaba aquel era un alfa de clase baja.

El Secreto del AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora